(GEC)
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La ministra de Salud dio una cifra alarmante durante la semana. Las obras de construcción de 57 establecimientos de salud, entre hospitales e institutos maternos, están paralizadas.

En algunos casos, indicó, la paralización lleva ya 29 meses. Ejemplos claros de cómo están los grandes hospitales en el interior del país es el Goyeneche, en Arequipa. Después de años de deterioro, esta vez ya no soportó las lluvias y colapsó.

Y, repetimos, como el Goyeneche, hay una buena cantidad de nosocomios del interior que, llevados al límite durante la pandemia, requieren de perentorios trabajos de mantenimiento y hasta de reconstrucción.

En una circunstancia en la que miles de pacientes necesitan atención, quirúrgica incluso, por la cantidad de turnos y tratamientos que se postergaron debido a las cuarentenas y restricciones, es imperdonable que el Gobierno no se haya abocado a dar mantenimiento a los nosocomios y a construir nuevas infraestructuras.

No solo porque las plagas pueden repetirse, sino por la propensión a los desastres naturales a que el territorio peruano está siempre expuesto. Sin ir demasiado lejos, lo que está ocurriendo en el norte del país está generando una emergencia social y sanitaria para la que, una vez más, las infraestructuras nacionales de salud no estaban preparadas.

Es comprensible que el clima político imperante, los innumerables episodios de corrupción en las contrataciones del Estado, la falta de un liderazgo político claro dificulten, en conjunto, cualquier iniciativa del gobierno. Pero la responsabilidad del Ejecutivo es actuar (“ejecutar”), poner en marcha proyectos de inversión pública que mejoren la vida de los peruanos.

La inacción, la demora en realizar inversiones, por temor, quién sabe si a terminar envueltos en casos de corrupción, ante la imposibilidad de poder confiar del todo en los actuales gerentes o funcionarios del escalafón estatal, es una respuesta equivocada (recordemos que, en principio, el de Boluarte iba a ser un “gobierno de transición”: no deben ser pocos los profesionales reclutados a la hora nona en distintos sectores).

Como se ha repetido tantas veces en este espacio, el país necesita echarse a andar. Y hay proyectos de inversión y obras urgentes que el Perú no puede darse el lujo de dejar colgados. Así que manos a la obra.

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