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Hasta siempre, compañero Carlos
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A Carlos Tapia lo conocí debatiendo por televisión. Me llamó poderosamente la atención su sentido del humor, algo poco frecuente en la militancia de izquierda; su ironía inteligente era un arma poderosa frente a quienes polemizaban con él. El legado del compañero Carlos es inmenso como militante disciplinado, entregado a su causa, principista.
Durante el conflicto armado interno estuvo al frente del debate político, haciendo lo más importante que se debe hacer en política, que es la contrastación de ideas, la polémica.
En su paso por la Universidad de Huamanga se puso frente a frente a Sendero Luminoso en los momentos más difíciles, y gracias a su conocimiento de este movimiento tuvo las herramientas necesarias para integrar la Comisión de la Verdad y Reconciliación convirtiéndose en un especialista al que consultaban desde todas las posiciones políticas.
Un polemista ácido, inteligentísimo, pero muy informado, que daba el golpe certero en un gran final.
Carlos, además, era un hombre cálido, pensaba en la parte emocional de la militancia. Una noche, después de una entrevista difícil, recibí su llamada de apoyo, me emocionó mucho, me animó, me dio fuerza, me dijo: “no tengas miedo, avanza por ese enfoque, sigue nomás”. Recuerdo que colgué y le conté a mi compañera que me sentía súper empoderada porque Carlos Tapia me había llamado para darme fuerza.
Carlos Tapia es un ícono y una inspiración para las nuevas generaciones.
¡Compañero Carlos Tapia!
¡PRESENTE!
Disclaimer: Quien escribe esta columna es candidata al Congreso de la República por el Partido Morado.
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