Todos los lunes a las nueve de la noche tenía licencia exclusiva para quedarme despierto y sentarme frente al televisor zenith enchapado a mano en madera y ver en el Canal 4 a Tulio loza. Mi mamá se sentía súper orgullosa del tremendo armatoste que acababa de comprar en “Yompián, donde ganan los que van”.

“Carlos Enrique, la televisión la vas a ver solo conmigo. Pobre de ti que la prendas cuando yo no esté, te quemo las manos” era la amenaza diaria de mi vieja antes de irse a trabajar.

Estamos hablando del año 1978. Tengo cuatro años de edad, estoy en el nido “José Olaya” de la calle Prescott en San Isidro. En mi casa mis tías hablan todo el día de Olga Zumarán, que ha quedado entre las finalistas del Miss Universo, en la tele aparece Francisco Morales Bermúdez, mis dulces favoritos son los chicles dos en uno sabor a plátano —que, además, tengo que comer a escondidas porque mi mamá dice que se me van a pegar los intestinos—, mi tía Nena del Carpio nos visita una vez a la semana en su volkswagen escarabajo celeste, me lleva de paseo a la panadería Belgravia de la avenida Arenales en Lince y me compra un pan baguette dulce.

Y, por si fuera poco, mi abuela todo el día reniega por el “año de la austeridad” y en la mesa hablan de por quién votar para diputados en las próximas elecciones.

Mis lecturas oscilan entre las revistas “Monos y monadas” y “Caretas” (para ser más exacto, solo veo la última página “La Calata”); me robo los chistes de casa de mis primos, en particular “Periquita” de editorial Navarrete; mis galletas favoritas son las “Pipos” con sabor a tocino, las “Crispy” con mantequilla “Dorina”, ambas siempre acompañadas de una gaseosa “Lulú”; y tengo mi álbum del “Porqué de las cosas” a medio llenar porque mi mamá me dice que ya no tiene más plata para comprar figuritas.

Soy técnicamente un feliz niño de cuatro años de edad alucinado con el nuevo aparato que ha llegado a la casa, y que no quiere ver Ultrasiete, Sankuokai ni Topo Gigio. A mí lo único que me interesa es ver a “Camotillo el Tinterillo " y su “Piquichón”. Acto seguido, una vez que se apaga el televisor, casi como poseído por el sketch que acaba de pasar, comienzo a imitar a Tulio Loza y a Víctor Prada: “¡Señoritas y señoooooores, directamente del destierro hasta la libertad, el hombre de las masas y de las mesas populares, la voz del pueblo que sufre y que llora, doctor para usted, haré mi mejor porra, para usted una oda!” …Camotillo responde: “Hazme versos y no jodas”. Piquichón retoma: “¡Aquí estááááá el defensor de los pobres y el azote de los pillos; con ustedes, Camotillo el Tinterillo!” … ¡Camotillo, Camotillo, Camotillo, chagui chagua, Camotillo ganará! ...!Bravo, bravoooo!”… “Doctor, doctor, bienvenido doctor, pase usted a continuación!”… “Calla la boca, eeeeeeeen hombre” (lo basurea Camotillo y continúa). “Yo vengo con la verdad en la mano, por nuestro pueblo peruano que se ha quedado calato”…. Bravoooo (gritos-risas y hurras grabadas), “y para que nadie se apene y se quede hasta el fundillo, heme aquí y aquí heme Camotillo el Tinterillo”.

Alienta Piquichón: “¡Bravo, doctor. Doctor, para oírlo le han tenido que enchufar el aparato!”. “Calla, caca de gato” (responde Camotillo y comienza el discurso: “Sí, mis queridos hermanos, amadísimos tetudos que me escucháis, queridos pelotudos víctimas de la inflación, aquí me tienen como una polilla de la vida alegre. Voy de mano en mano y de casa en casa para que me enchufen el aparato a domicilio, para que me coloque la aguja hasta que me obliguen a voltearme, pero no importa, mi querido populorum, con tal de llegar al tuétano del pueblo para decir las verdades, como dijo el Tucán… Me llega al pájaro (haciendo referencia a Luis Bedoya Reyes) y amargue quien se amargue, mis queridos piltrafas. Mientras que el pueblo es solo hueso y pellejo, la buena carne se la come el más pendenciero. Al pueblo se le trata como a carne cogote mientras los capazos se comen la troncha, ¡qué tal concha!

Mis tías aplauden y celebran la imitación; mi mamá, en cambio, se agesta y con cara de absoluto desagrado me dice: “Carlos Enrique, cuidadito con que se te pegue lo de ese tal Piquichón. No hay nada más desagradable que ser un sobón, un franelero, un lamebotas, ¿me entendiste?”... “Sí, mamá, te entendí”.

Y tanto lo habré entendido que durante años me negué a ser brigadier general de mi salón en el colegio, a ser asistente de cualquier profesor en la universidad, posiciones de privilegio pero que desde mi interpretación demandaban cierta dosis de lambisconería que nunca me fue inoculada, sino todo lo contrario. Podría decir que a mí se me vacunó contra la chupadera de medias a temprana edad y, producto de ello, me convertí en un implacable detector de serviles y lametones a tal punto que en más de una ocasión terminé en la dirección por tiranizar a algunos de mis compañeros en el colegio (cosa de la que al día de hoy no me siento nada orgulloso y ya me disculpé).

Dicho esto, y con menuda habilidad desarrollada en el tiempo, al día de hoy me ocurre que, cada vez que aparece en el universo de la política peruana un desmedido “defensor” del presidente de turno, se me activa ese policía antiayayeros que llevo en mi corazoncito y trato de entender que es obvio que los funcionarios muestran cierta lealtad hacia sus líderes, la misma que es muy sensible de ser percibida como adulación. Sin embargo, hay una línea muy delgada entre la defensa de lo coherente respecto a las acciones políticas que impactan en todos nosotros y la despreciable lealtad personal hacia la figura presidencial dejando de poner en primer lugar la independencia política, la crítica constructiva y el bien común.

Y así, con todo cariño mientras escribo estas líneas, aparecen en mi memoria algunos personajes que fueron en su momento percibidos como un poquito demasiado paladines denodados de los presidentes de turno. Pido de antemano disculpas por la reducida lista de nombres (de todas maneras hay más, pero ocuparían todo el diario) y les presento mi profundo e incomprendido respeto por tan noble misión. A quienes estén gozando de la vida no vale picarse y a quienes estén en otro plano, por favor, no me jalen las patas.

1. Luis Alva Castro, durante el primer gobierno de Alan García que ya todos sabemos fue un desastre, decía cosas como “la economía peruana está en buenas manos gracias a la sabiduría y la dirección del presidente García”.

“El presidente García ha demostrado una capacidad y un liderazgo inigualables. Su visión para el futuro del Perú es clara y acertada”.

2. Jorge del Castillo… Sobran frases.

3. Carlos Torres y Torres Lara, no en vano fue apodado “el intérprete de Fujimori”.

4. En el mismo rol de verborrágico admirador estuvo en su momento Carlos Ferrero Costa… Aquí algunos elogios para Alejandro “etiqueta azul” Toledo: “Alejandro Toledo ha sido un presidente que ha cambiado el Perú para mejor”, “Alejandro Toledo es un líder visionario que ha puesto al Perú en el camino del desarrollo y la modernización”.

5. Estos señores no necesariamente fueron defensores de Ollanta Humala, pero sí dijeron un par de frases indefendibles sobre la seguridad, y en ánimo de arreglar el desliz lo empeoraron: Wilfredo Pedraza se refirió a la inseguridad en las calles como un tema de “percepción” y acto seguido duplicó la apuesta del descriterio el aquel entonces presidente del Consejo de Ministros, Juan Jiménez Mayor, refiriéndose a dicho problema como un tema de “histeria” ciudadana… plop recontra plop.

6. Y en su más reciente versión de colosal admiración y blindaje hacia la gestión de Dina Boluarte, nuestro actual ministro de Educación, Morgan Quero, quien ha llegado a decir que hay un acoso sistemático contra nuestra recientemente compañera presidenta. Este caballero es una máquina de frases de alta generosidad para doña Rolex.

En fin, al final del día, ¿no habrá alguien que les diga ‘amigo, date cuenta’?, ¿no tienen algún familiar que los quiera al menos un poquito y les haga notar el papelón que hacen?

P.D.: Me acabo de acordar de César Villanueva, premier de Vizcarra... Pero ya no quiero continuar porque espero que tengan un hermoso inicio de semana.

Hasta el próximo lunes. (Y, para los detractores, yo también tengo mi lado chupacohetes, pero no a costillas de un cargo público).

Perú21 ePaper, y pruébalo gratis.

VIDEO RECOMENDADO

La GRAN CAÍDA de PETROPERÚ - Las 5 de Economía