La guerra de Trump

Trump le declaró la guerra comercial a China cumpliendo una de sus más importantes promesas electorales y, si bien no deja de tener razón sobre los abusos de la nación asiática en asuntos comerciales, habrá que ver cómo afectarán a este mundo, inevitablemente globalizado, sus medidas proteccionistas (aranceles del 26% a 60 mil millones de dólares en importaciones, etc.) y la amenaza china de un posible paquete de represalias a las compañías norteamericanas exportadoras de productos agrícolas a las cuales el régimen de Pekín les dejaría de comprar.

Esto ocurre mientras Trump se ve más acorralado por la investigación del fiscal Mueller sobre la probable participación de gente de su entorno y de él mismo en la intervención rusa en las elecciones de 2016, mientras que el presidente chino, Xi Jinping, contrariamente se afianza en el poder elevado a la categoría de líder supremo hasta el punto que se acaba de instituir la reelección indefinida en el Partido Comunista para que pueda gobernar por más de dos periodos.

Trump es impredecible y su doctrina nacionalista y patriotera está condicionada a sus problemas de personalidad, pero ¿no hubo ningún asesor que pudiera contenerlo a poco tiempo de una reunión con el dictador norcoreano que se logró, sin dudas, con colaboración del régimen chino? ¿Cuándo su adversario Xi ha llegado al momento de mayor empoderamiento y cuando, más bien, debería enfilar sus baterías contra Putin por el caso del espía envenenado en Reino Unido, por las elecciones fraudulentas en Rusia y por el mismo escándalo de la trama rusa que lo afecta a él?

¿Busca Trump sabotear la reunión con Kim Jong-un o simplemente se trata del mismo instinto de autodestrucción que cada cierto tiempo Trump no puede controlar?