Gremio caliente. (Foto: GEC)
Gremio caliente. (Foto: GEC)

En lo que ya parece cobrar visos de aquello que la replana limeña califica de saludable apanado, fue la presidenta de la Confiep, María Isabel León, quien prosiguió la catilinaria en contra de los empresarios que se coludieron con personajes, funcionarios y organizaciones políticas estrechamente ligadas a la corrupción. “Tengo tres millones seiscientos cincuenta mil razones para pedirles a estos empresarios que han hecho las cosas de manera irregular que den un paso al costado”, dijo la máxima representante del empresariado local, luego de, a nombre del gremio, ofrecer disculpas al país por la conducta de algunos de sus integrantes, sin mencionar a nadie específicamente, aunque el (o los) innombrable(s) quedaron claramente señalados en su sorprendente discurso.

Sorprendente y muy encomiable, debe reconocerse, pues a León se le identificaba justamente con el partido que más se benefició de los dineros clandestinos –ocultados a la ONPE, a la SBS y la opinión pública– que circularon hacia sus abultadas arcas, para luego ser pitufeados a través de una bien montada red de falsos aportantes, que el equipo especial de la Fiscalía está desbaratando y poniendo al descubierto, pese a los obstáculos y limitaciones que asedian su trabajo.

Evidentemente tres –un día antes, dos organizadores de CADE se habían pronunciado en el mismo sentido– no serían multitud, sino fuera porque también se han escuchado declaraciones de importantes y exitosos líderes del gremio pidiendo, por ejemplo, “deslindar por completo de los malos empresarios y castigarlos a ellos, no a las empresas” y por el discurso que dio ayer el presidente Martín Vizcarra en el mismo evento, escarbando un poco más en la llaga: “No podemos mercantilizar la política si se pretende desarrollar una verdadera economía de mercado para todos. Hemos sido testigos de una serie de hechos que han mostrado el tipo de vínculo que ha existido durante décadas entre la política y algunas empresas. No tapemos el sol con un dedo”.

Es imprescindible pues que a los actos de contrición y golpes de pecho de los involucrados –en la eventualidad de que ello sucediera– les siga, sobre todo, el compromiso de elaborar una normativa interna para el gremio que contemple estos casos, en los que una inofensiva donación, al hacerse bajo la mesa y en montos exorbitantes, puede implicar asimismo la compra de favores futuros, como tantas veces ha ocurrido en el pasado, y no solo en la salita del SIN.