Donald Trump tildó de racista a Hollywood, a través de Twitter. (Foto: EFE)
Donald Trump tildó de racista a Hollywood, a través de Twitter. (Foto: EFE)

El mes de julio ha sido uno de los más calurosos en España. También un mes en el que el índice de víctimas de violencia de género tuvo un alza. La teoría de Trump, machista confeso, sería que el calor volvió locos a los asesinos. Es una forma de ajustar la realidad a la ideología de uno mismo. Alguien dirá que es ridícula mi afirmación.

Lo cierto es que tras la matanza de El Paso, a la que siguió la de Ohio, el presidente de EE.UU. salió al paso diciendo que estas situaciones no son admisibles, pidiendo la pena de muerte y señalando que los hechos son obra de dementes. O sea que un hombre blanco toma el auto, armado hasta los dientes, recorre kilómetros, se atrinchera y dispara a mansalva contra “latinos” y ¿es un loco? Claro que no. Centrémonos en el caso de El Paso y en la reacción de Trump. Ese que calificó no hace tanto de “animales” a los inmigrantes.

Que Trump califique a los asesinos de dementes es una forma de expresar tácitamente que no le espanta la barbarie, y lo absurdo de unos razonamientos que comparte demasiada gente.

Se dice que tras las matanzas selectivas está un ideólogo francés: Renaud Camus, autor de la teoría de la gran sustitución, en la que se inspira el supremacismo blanco. El asesino de El Paso cita esa teoría, como lo hizo el autor de la masacre de Christchurch, Nueva Zelanda. Para Camus, si un pueblo es invadido por seres de otras culturas, razas…, hay que proceder a su sustitución, por eliminación. Aunque se declare enemigo de la violencia, seguidor de Ghandi o contrario a las matanzas, hay que tener presente que quien insulta a los inmigrantes o construye ideas para su eliminación es partícipe de los crímenes que inspira. Se llame Trump o Camus.

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