3.	No invertir: Puede utilizarse una parte de la gratificación como una inversión inicial para ir juntando para una inversión futura. (Foto: GEC)
3. No invertir: Puede utilizarse una parte de la gratificación como una inversión inicial para ir juntando para una inversión futura. (Foto: GEC)

El mensaje del 28 de julio da cuenta a la nación de las actividades ejecutadas y de las buenas intenciones con relación al futuro. Es un momento en el cual se confunden los miles de kilómetros, con los millones de soles gastados y por gastar y los cientos de miles de beneficiarios.

Más allá de una breve mención a una nueva Ley General de Minería que, en estas circunstancias, más preocupa que alivia, la gran ausencia estuvo en la referencia a la inversión privada, como si se hubiera comprado la idea trasnochada de que solo hace falta inversión pública y algo de mype para crecer y generar riqueza y empleo. Incluso, nos trajo cierta remembranza a las épocas de Absalón cuando se pensaba en la microobra pública para generar empleos temporales. No se sale de la pobreza con empleos de tres meses.

Para salir de la pobreza se necesita inversión privada. ¿Por qué no lo mencionó el presidente? ¿Por qué no acelerar trámites? ¿Por qué, cuando habló del agro, no se refirió a las normas pendientes para asegurar su éxito futuro? ¿Ni siquiera porque el privado genera el 74% del empleo formal? ¿La omisión habrá sido un mensaje al empresariado o solo el afán de quedar bien con un mensaje popular?

La omisión no puede ser casual; debiera ser preocupante si es que no está pronto acompañada por señales claras de hechos que reflejen que el discurso intentó ser popular; pero que se sabe que se necesita de la gran y mediana empresa para alcanzar las tasas de crecimiento para atender las enormes necesidades del Perú. Hasta ese momento ese, junto con ningún deseo de enmienda respecto a la descentralización, era el tono de un discurso más.
Pero el gran golpe fue el adelanto de las elecciones al 2020. Una medida sorpresiva después de un discurso armonioso con lo que el Congreso querría escuchar y que incluso era aplaudido. Sin embargo, el presidente vuelve a poner por delante el deseo de responder a la gran mayoría que reclama “que cierre el Congreso” pero cautelosamente, sin arriesgar un cierre inmediato que cobraría cuentas en un futuro.

Este es, sin embargo, un proyecto de reforma. Falta cumplir procedimientos y plazos, ver la reacción de la oposición y, sobre todo, afrontar el riesgo de mayores cambios a la Constitución que ciertos partidos buscan hace mucho.
¡Cuidado con eso! Tiempo de pensar... “mal que seguro acertarás”.

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