Verónika y Keiko
Verónika y Keiko

En los últimos dos años y medio, la estabilidad política y la Constitución han sido llevadas al límite por los principales actores políticos: Kuczynski renunció, Vizcarra asumió, Keiko fue arrestada y Alan intentó asilarse. Sin embargo, hay motivos para agradecerle al fujimorismo y a la izquierda por toda la tensión ocasionada.

Por un lado, el fujimorismo, con su arrolladora mayoría, puso al descubierto todos los errores que tiene nuestro modelo parlamentario unicameral; empezando por la cifra repartidora que les otorgó más curules de las que debieron haber obtenido. Asimismo, interpusieron una moción de vacancia hacia el presidente Kuczynski y, a pesar de que renunció antes de que lo vacaran, lo preocupante es que el tiempo en el que se debate y decide si procede la vacancia es muy corto; incluso las interpelaciones a los ministros duran más tiempo. En EE.UU., el proceso de vacancia dura meses, al igual que en Brasil. También, el fujimorismo tuvo la oportunidad de oro para enmendar el daño que ocasionó en 1992 cuando eliminó el Senado, pero en vez de aprovecharla y sacar adelante la bicameralidad, deformaron el proyecto mal hecho del Ejecutivo y nos condenaron a la unicameralidad.

Por otro lado, la izquierda también sorprendió, puesto que mientras que decían ser defensores de los DD.HH., su lideresa Verónika mantenía un silencio cómplice con la dictadura de Maduro, luego que este asesinara estudiantes, arrestara opositores y sumerja en la miseria a Venezuela. Vero recién habló cuando vio que seguir callando la perjudicaba electoralmente, pero ya se le había caído la careta.

El fujimorismo y la izquierda podrán parecer que están en extremos opuestos, pero si algo comparten y no lo pueden negar, es que, a pesar de su discurso, ninguno de los dos ha cambiado realmente.