Gozar el puro misterio

“Si el lector resuelve el misterio antes que lo declare el autor, siente que la ficción está mal hecha y la condena, frustrado...”.

Fecha de publicación: 29/08/2024 – 12:00

Imaginemos una clasificación de todos los juegos que existen. Creo que nadie ha señalado hasta ahora un tipo singular: los juegos en que el goce del jugador consiste en perder. Ese es el caso, afirmo, del lector de ficciones detectivescas. El autor (en el cine o la literatura) se compromete a exponer todas las huellas necesarias para que el lector pueda competir con el detective. Si el lector resuelve el misterio antes que lo declare el autor, siente que la ficción está mal hecha y la condena, frustrado. Su placer reside en la revelación de una solución que cumpla dos requisitos simultáneos: es necesaria, es inesperada. El lector admira al autor que lo derrota. Un caso distinto, una forma de estafa, es la solución que el detective alcanza mediante un dato que le ha sido escondido al lector. Borges, pese al cariño que le profesa al personaje, denuncia que Sherlock Holmes incurre en este privilegio desleal.  

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Hay antecedentes de este tipo de relatos: Edipo rey, Las tres manzanas (en Las mil y una noches). Pero universalmente se reconoce como primer relato detectivesco a Los crímenes de la rue Morgue. Fascinado y abrumado por el terror y la melancolía, Edgar Allan Poe fue capaz de inventar en 1841 el género, en el que un misterio es resuelto por una mente razonadora. A pesar de su patria, la narración policial se desarrolla especialmente en Inglaterra con la obra de Wilkie Collins, sir Arthur Conan Doyle, Agatha Christie, pero, sobre todo, del maestro Gilbert Keith Chesterton, creador del padre Brown.  

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En esta tradición británica, del razonamiento sutil y elegante, como una partida de ajedrez, ajena a la representación del crimen organizado y la sociedad que lo alimenta, se inscriben los geniales relatos de Borges (La muerte y la brújula y El jardín de senderos que se bifurcan, por ejemplo) y también los que él escribe a cuatro manos con Adolfo Bioy Casares (Seis problemas para don Isidro Parodi). En oposición a este linaje aséptico y refinado, surgirá en Estados Unidos una escuela alternativa, con enigmas que comprometen a hombres y mujeres reales, con motivaciones psicológicas, morales y económicas enteramente cotidianas. En 1929, con Cosecha roja, Dashiell Hammett funda la escuela de los hard boiled, los detectives duros de pelar, contagiados por la violencia que combaten. Pero esto es otra historia y será tema de otra columna. 

 

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