La normativa vigente impide que Sedapal realice cobros por servicios de saneamiento no prestados a usuarios, señaló la Sunass. (Foto: GEC)
La normativa vigente impide que Sedapal realice cobros por servicios de saneamiento no prestados a usuarios, señaló la Sunass. (Foto: GEC)

Que el alcalde de Lima, Jorge Muñoz, haya sido integrado oficialmente al directorio del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal) es una noticia que debe ser recibida positivamente por los usuarios, más allá de los consabidos aplausos enlatados.

Esta incorporación –que muchos ven como un “jale” casi futbolístico, pese a que fue el propio burgomaestre quien la solicitó– llega con una renovación total del directorio, como había anunciado, ni bien llegó al cargo, el actual ministro de Vivienda, Carlos Bruce, y que antecede a la convocatoria de un nuevo equipo administrativo, comenzando por la gerencia, que tendrá a su cargo la reorganización de la empresa.

Desde la perspectiva de los últimos desastres relacionados con este servicio –no solo el de San Juan de Lurigancho, el más reciente–, la presencia del máximo representante de la comuna limeña en la toma de decisiones permitirá, en el papel, un contacto menos difuso con las necesidades concretas de los vecinos y la planificación de políticas urbanas debidamente coordinadas, evitando así, como mínimo, las clásicas escenas de reparación de pistas o veredas que en poco tiempo son vueltas a romper por cuadrillas vestidas con el overol de Sedapal.

Todo esto, desde luego, siempre y cuando no se piense que la presencia del alcalde en el directorio es meramente decorativa o “comunicacional”. Existen sobradas razones para atender cuidadosamente su voz y voto al momento de plantear o desarrollar obras que, en una megalópolis como Lima, ya no pueden ser solo “técnicas”: el del agua potable y saneamiento es un servicio que incide directamente en la calidad de vida de sus habitantes, más aún si se trata de zonas en las que llega tarde, mal o nunca.

La piedra de toque sigue siendo, sin embargo, la necesidad de discutir fórmulas de trabajo con la empresa privada, a través de concesiones y alianzas, ya que una privatización luce políticamente inviable a corto plazo. El manejo sostenible y democrático del recurso hídrico –no hablamos únicamente de Lima– es esencial en cualquier proyecto de desarrollo nacional. Debemos recordarlo cada vez que se abre un caño.

TAGS RELACIONADOS