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La pandemia y la democracia
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Los impactos de la pandemia no se limitarán a lo sanitario y a lo económico. Se me ocurren al menos tres impactos que afectarán negativamente a nuestra precaria democracia.
POPULISMO: El populismo no solo son leyes que contravienen la sensatez económica. Implica una relación cuasi mesiánica y maniquea entre los políticos (populistas) y la gente, en virtud de la cual estos se erigen en fieles intérpretes y ejecutores directos de una voluntad popular que se opone a una institucionalidad esclerótica y caduca. O sea, lo contrario a la democracia representativa (o fiduciaria). La pandemia viene exacerbando el populismo hasta un grado en que el Ejecutivo y el Congreso parecen competir por quién lo es más.
AUTORITARISMO: La sensación de desamparo y desesperación por la incertidumbre induce a la gente a ceder sus libertades a cambio de la (falsa percepción de) protección estatal. Es el “miedo a la libertad” del que hablaba Erich Fromm. En EE.UU., a nadie se le ocurrió defender la brutalidad policial en el caso de George Floyd. En el Perú, cuando un militar agredió físicamente a un ciudadano por incumplir la cuarentena, fue defendido públicamente por un congresista con aspiraciones presidenciales. Y mucha gente lo respaldó.
CONFIANZA INTERPERSONAL: La democracia implica convivencia, deliberación, espacios públicos. El mercado, intercambio de bienes y servicios. Detrás de ambos hay un tejido social que se beneficia de la interacción incluso física entre los ciudadanos. Hoy que empezamos a atrevernos a salir de casa, todo extraño nos resulta un apestado, una potencial fuente de contagio, y cruzamos a la vereda de enfrente. Eso socava la confianza interpersonal (ya de por sí baja en el Perú), que guarda una correlación directa con la calidad y efectividad de las democracias en el mundo.
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