La congresista Yeni Vilcatoma señaló que cuando ejerció como fiscal investigó a 'Goro' por el caso La Centralita. (Foto: GEC)
La congresista Yeni Vilcatoma señaló que cuando ejerció como fiscal investigó a 'Goro' por el caso La Centralita. (Foto: GEC)

La congresista Yeni Vilcatoma debe poseer uno de los historiales menos legibles de la política peruana. No tanto por su incuestionable capacidad de sorprender a la ciudadanía con giros inesperados en su conducta parlamentaria o por denuncias altisonantes que pronto devienen insustanciales, como por la casi total ausencia de sindéresis en su trayectoria pública: al menos respecto a eso, no se le puede negar coherencia.

Un derrotero errático coloreado vivamente con lo que ella describe como lucha contra la corrupción, cuyos hitos judiciales a menudo no superan la condición de palos de ciego que, en el fondo, lo único que logran es distraer a la opinión pública de casos de corrupción realmente sustantivos y de interés nacional… pero que la parlamentaria parece percibir como si ocurrieran en galaxias muy lejanas, cuando en verdad suceden cerca, cerquísima suyo, digamos, sin tener que recorrer distancias siderales, en su propia bancada (Fuerza Popular), abocada durante legislaturas enteras al blindaje serial de funcionarios del Estado descubiertos –con videos, testimonios y testigos– cometiendo delitos flagrantes.

En la línea de ese espíritu justiciero tan idiosincrático y selectivo es que se sintió con derecho, por ejemplo, a abusar de su poder como miembro de la anterior Mesa Directiva y lanzar el soñado programa propio de televisión, usando la antena fría del Congreso, para promoverse a sí misma y, desde luego, lo que ella –y solo ella– entiende por “causas justas”.

Pero embalada como estaba con el cargo al que la auparon, se dio maña también para colar, días antes de que terminara la anterior legislatura, una prolongación de sus beneficios como tercera vicepresidenta de la Mesa Directiva saliente. Beneficio –ocho agentes de seguridad, un automóvil, una camioneta, una motocicleta, cuatro choferes y combustible pagado por el Congreso para sus vehículos – a todas luces injustificable, ni siquiera por la inverosímil gratitud pública que le expresó el sicario Rubén Moreno Olivo (a) ‘Goro’ por haber podido salir, ilícitamente, de la cárcel.

Un privilegio costoso, irregular e inaceptable al que la actual mesa directiva debe poner fin de inmediato.

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