Gobernar contracorriente. (Foto: Reuters)
Gobernar contracorriente. (Foto: Reuters)

A los gobiernos, decía ayer una ministra española, se les paga “para resolver problemas; no para crearlos”. En algún lugar inescrutable escondió Sánchez este axioma elemental.

El último escándalo, en plena debacle económica, ha vuelto a crear una crisis de gobierno y de sentido común. A oscuras y sin taquígrafos, sin contar con sus ministros, pacta con el grupo terrorista vasco Bildu. Antes ETA. Lo hizo para garantizar una nueva prórroga del estado de alarma. Pero sobre todo, lo hizo a escondidas. Nunca antes ningún partido había osado pactar con Bildu.

Lo malo de las hemerotecas es que te las restriegan en las narices. Hubo una entrevista que se le hizo en televisión al entonces candidato Sánchez. ¿Pactará con Bildu? “No”. “Si quiere se lo digo 20 veces”. “¿Se lo repito?” “No habrá pactos con Bildu”.

Pues pactó. Sin contar ni con Dios ni con el diablo. Para sorpresa sale a la luz el acuerdo PSOE, Podemos y Bildu, de derogar “íntegramente” la reforma laboral que introdujo el PP, la misma que la Comisión Europea alabó y que hoy permite a los trabajadores que habrían sido despedidos, cobrar del estado el 70% de sus nóminas. Fue tal el escándalo que el gobierno emitió 3 horas después una “nota aclaratoria”. Donde dije “íntegra” quise decir “parcial”.

A la nota le sucedieron ataques y contraataques por pactar con antiguos terroristas; confesos y algunos aún convictos. Los sindicatos muestran su rechazo; el empresariado, que acababa de firmar otro acuerdo con el gobierno, lo llama “juego de locos”. Los socialistas sorprendidos, llaman a las armas. Y los de Bildu, de pronto, se acuerdan del latín: “Pacta sunt servanda”. Claro que, en su día, durante 50 años, nunca aplicaron las reglas del pacto social y pacífico.

TAGS RELACIONADOS