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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace pocos días empezó la serie Pulseras rojas con un ráting que ha superado las expectativas y que, además, pone en primer plano la sensibilidad de los peruanos respecto a un tema que nos conmueve: el cáncer infantil. Y es que los niños son criaturas indefensas que necesitan toda nuestra atención y dedicación para crecer y llegar a ser adultos saludables. Esta preocupación se extiende a todas aquellas enfermedades de alta complejidad que atacan a la población infantil y que requieren atención integral.

Imaginemos la cantidad de pequeños que necesitan un tratamiento de este tipo a nivel nacional. Y ahora pensemos la angustia que pasan los padres por no tener un centro de atención cerca o porque hay muy pocos hospitales en los que podrían ser atendidos, la mayoría ubicados en la capital y algunas ciudades importantes. A todos nos gustaría que nuestros niños puedan ser recibidos en un hospital, con tecnología de punta, enfermeras y doctores bien preparados y una elevada calidad humana, en un edificio con infraestructura de primera. Eso es lo normal, para eso pagamos nuestros impuestos y algunos, además, contratan un seguro privado.

Por eso escribo esta columna, porque aún guardo la esperanza de que el ministro de Salud pueda vencer las trabas burocráticas y consiga el financiamiento y el personal necesarios para que el Nuevo Hospital del Niño –que cuenta con 265 camas para hospitalización, 50 consultorios externos, 10 salas de operaciones, 55 camas para cuidados intensivos, además de un helipuerto, y que hoy luce abandonado en la Av. Javier Prado– empiece a operar.

No podemos ser un país de ingresos medios mientras el grueso de la población aún no cuente con las condiciones mínimas para acceder a un derecho básico. Empecemos esta cruzada y no paremos hasta que el Nuevo Hospital del Niño inicie sus operaciones. No seamos indiferentes. Hagamos mucho más por aquellos que no pueden hacer sentir su voz.

Giovanna Prialégiovanna.priale@peru21.com