Ganó y se salvó. (EFE)
Ganó y se salvó. (EFE)

Después de la resbaladiza y múltiple entrevista en Palacio, parecía que la suerte estaba decidida. Nervioso y repetitivo, PPK no logró salir bien parado ante los acuciosos periodistas. ¿Sus asesores habían previsto el riesgo de este descalabro? Sin embargo, el lunes y martes fueron testigos de un nuevo mensaje presidencial y la múltiple aparición en los medios de los ministros y congresistas mejor calificados para el debate político, notándose que el gobierno de PPK había tomado la firme decisión de luchar. De ahí el pedido a los veedores de la OEA. Becerril y Salaverry ayudaron.

El último mensaje previo a la sesión congresal, acompañado con sus vicepresidentes, advertía que estos de ninguna manera aceptarían formar parte de un gobierno nominado ilegítimamente. Se hizo ver a sus detractores de los costos de una eventual vacancia.

El fujimorismo, por el contrario, fortalecido por los 93 votos a favor de la admisión al debate de la vacancia, ya se sentía ganador y exigía la presencia inmediata de Martín Vizcarra lo más pronto posible. No dudaban que, vacado PPK, los vice se quedarían y Keiko no pasaría el riesgoso camino de elecciones adelantadas. Ya en el Congreso, el discurso leído por PPK mostraba una diferencia a los anteriores, la sólida defensa de Borea hizo lo suyo, también las acentuadas disculpas “de todo corazón”, y en algo Condorito.

Al conseguir solo 79 votos, la vacancia no prosperó y PPK ganó. En el enfrentamiento político contra el fujimorismo y Apra, estos terminaron desgastados y divididos. Los partidos que habían acompañado la moción del FA, conforme pasaban las horas, decidían votar por la gobernabilidad. ¿Y dónde estuvo la izquierda? Esta “segunda oportunidad” no puede desperdiciarse. Llegó la hora de que PPK decida, de verdad, asumir su responsabilidad como presidente y jefe de Estado. Si hay cambios en el gabinete, cuidado con el sancochado político.