Consenso  o sin senso
Consenso o sin senso

Googleando me entero de que, en italiano y portugués, alude a propósito o sentido común. Uno podría inventarse que hay consensos y sinsensos, dependiendo de si el consenso va a servir para algo práctico o no. Y también pensar qué elementos comunicacionales sirven para que un consenso no se vuelva sinsenso. Tomemos el caso de salud como ejemplo.

En una columna anterior mencioné que unificar los sistemas públicos de salud es parte del consenso técnico sobre reformas pendientes desde hace décadas. Lo que no hubo fue convicción política para poner esa reforma en la mente de la población de parte de los gobiernos, o se prefirió no atacar espacios de poder de cada sistema (cargos, decisión respecto a compras de equipo y suministros, personal, orden en que se atienden pacientes, etc.). De hecho, si la unificación es deseable, alguna razón debe haber para que no se incluya a los sistemas de las FF.AA. y policiales. Es una reforma compleja, y los elefantes se comen por partes, pero difícilmente va a haber un momento en que la necesidad de unificar sea tan obvia.

Es por esa dinámica que los consensos amplios solo pueden fructificar si incluyen respuestas a cómo, quiénes y cuándo. Suficiente gente tiene que entender quién tiene que lograr qué para cuándo para solucionar el problema. Por eso es mejor partir de necesidades concretas y comprensibles para la población que de diagnósticos o conceptos complejos. Problemas prácticos, no etiquetas conceptuales o ideológicas.

Se le puede llamar consenso blando a los que no encaran cómo se van a manejar los previsibles conflictos que pueden trabar la reforma. Tampoco sirven. Declararse a favor de la paz mundial no aclara mucho si uno no revela su posición sobre los conflictos que la ponen en riesgo. La secretaría general de la ONU y Miss Universo son cargos distintos por algo. No se trata de poner rocoto, pero salpimentar es necesario.

También se necesita visibilizar lo que implica no hacer la reforma. No solo con indicadores estadísticos para hacer seguimiento, sino con personas de carne y hueso que nos enrostren su dolor y nuestra desidia por demorarla. No tenemos ningún derecho a pedirlo, pero ojalá haya quienes han perdido a un familiar por esta absurda situación que opten por sublimar en algo su rabia exigiéndoles a autoridades y políticos que algo así nunca más pase. Un grupo en redes sociales ayudaría a no bajar la guardia hasta que se logre.

TAGS RELACIONADOS