La aprobación del presidente Martín Vizcarra cayó 12 puntos porcentuales, según encuesta de Ipsos. (Foto: Twitter/@presidenciaperu)
La aprobación del presidente Martín Vizcarra cayó 12 puntos porcentuales, según encuesta de Ipsos. (Foto: Twitter/@presidenciaperu)

La única manera de salvar la lucha anticorrupción sin sesgos ni percepciones selectivas es la legitimidad. Se logra de una sola manera: sin excesos, abusos ni arbitrariedades. El solitario Gobierno del presidente Vizcarra necesita fuerza interior, un derrotero que traspase la coyuntura que jalonea con evidente sed de venganza y hartazgo.

Vizcarra no tiene partido, su gabinete, pese a algunos esfuerzos de Salvador del Solar, no representa un peso gravitante para el emprendimiento de reformas definitivas y contrapesos en los poderes del Estado. Hace diez días hay dos ministros renunciantes (Vivienda y Transportes) que aún no tienen reemplazo, la criminalidad y la violencia parecen crecer, la reforma judicial va lenta y la reforma política no tiene el ímpetu ni los afanes presidenciales de la primera.

En el medio, el trágico suicidio del expresidente Alan García que, más allá de las delaciones de Barata, seguirá reverberando en los oídos del gobernante cuyo mandato quedará registrado en la historia como en el que se mató el dos veces presidente durante una diligencia fiscal y policial en la que iba a ser detenido. Vizcarra, en la noche del domingo, cuando toda la televisión abierta analizaba la desaparición de quien marcó la política nacional en los últimos 40 años, dio unas modestas declaraciones en el canal del Estado. Pidió reflexionar a la justicia peruana sobre las prisiones preventivas. Para muchos un pedido extemporáneo.

En la noche siguiente visitaba a su ex compañero de plancha, a quien sucedió por su renuncia al máximo cargo, Pedro Pablo Kuczynski, en la Unidad de Cuidados Intensivos de una clínica, a quien también le habían dictado 36 meses de cárcel ‘a cuenta’.

El futuro del Gobierno de Vizcarra dependerá de una superioridad de espíritu que no sucumba ante los devaneos por respaldos ideológicos momentáneos ni por los afanes populares reflejados en las encuestas. Barata seguirá hablando y confirmando lo que ya se sabe, pero usted, presidente Vizcarra, debe estar a la altura de lo que el momento histórico le exige.

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