Tía María es un proyecto cuprífero en Arequipa. (Foto: Andina)
Tía María es un proyecto cuprífero en Arequipa. (Foto: Andina)

Imagine que usted es entrenador de un equipo. Llega el día del partido y a los 15 minutos el árbitro indica que no habrá posición adelantada. Pasan otros 20 minutos y dice que se repone la posición adelantada, pero no habrá tiros libres con barrera. Luego, comienza el segundo tiempo y se anuncia que el arquero no podrá tomar el balón con la mano.

Como entrenador, ¿podrá planificar el siguiente partido? ¿Le gustaría continuar en esta liga o irse a otra en la que los reglamentos se respeten? ¿Tendría sentido todo el trabajo previo que hizo con el equipo? La respuesta es no.

Piense lo que pasaría si así, casi sin reglas, su equipo clasifica a la Copa Libertadores. ¿Tendrá alguna opción? Lo más probable es que no, pues ya se acostumbró a jugar de cualquier manera, pues las reglas cambian seguido.
Las economías que más han avanzado han sostenido sus reglas de juego al margen de coyunturas. ¿Se imagina que los estadounidenses, por el comportamiento errático de Trump, decidieran un cambio constitucional para acortar su mandato? A nadie, ni al más recalcitrante opositor, se le ocurriría.

El crecimiento económico depende de la inversión y esta, de la estabilidad en las reglas de juego. La predictibilidad es clave cuando alguien apuesta su dinero en una inversión, más aun cuando el Gobierno ya ha dado el OK. Esto no me convierte en un prominero; simplemente abogo por respetar las reglas de juego. Así las empresas pueden planificar, proyectar sus flujos de ingresos y costos, etc. Sean mineras, pequeñas, medianas o grandes y de cualquier sector. La señal mostrada se ve confusa. En adelante, muchos sabrán que, ante cualquier anuncio, basta hacer protestas y existirá la probabilidad de revertir la decisión. Tía María marca un precedente.

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