Alberto Fujimori. (GEC)
Alberto Fujimori. (GEC)

La publicación del audio de Alberto Fujimori, en el que se le escucha coordinar desde Barbadillo la candidatura del dirigente puneño Crisóstomo Benique, no parece ser una casualidad. En política pocas cosas lo son.

Es curioso que la conversación se haya hecho pública justo un día después de que Keiko anunciara mediante un video en redes que su participación política entraba en pausa. La declaración posterior de Luis Galarreta, para darle sentido al audio divulgado, parece la continuación de ese hilo argumentativo: “Lo que te demuestra el audio (...) es la unidad del fujimorismo. La dirigencia de Fuerza Popular ha apostado por esa unidad. Y el expresidente Fujimori, que es el líder histórico, y nuestra lideresa también lo han manifestado a través de unas cartas que han sido públicas. Entonces, lo que se demuestra es que los que antes se llamaban albertistas y keikistas ahora son uno solo, “fujimoristas”.

No es descabellado pensar que todo es parte de una puesta en escena para hacer un llamado al viejo fujimorismo: una continuación de la estrategia montada tiempo atrás y evidenciada desde el momento en que decidieron cambiar a Bartra, Tubino, Vilcatoma o Becerril por Martha Chávez. Sería un llamado al pasado noventero y una maniobra para diluir la desgracia en la que terminó la promesa del keikismo, hoy sin capacidad. En la vieja guardia fujimorista parecen convencidos de que Keiko y su generación, vencidos por su propia fuerza, no están en capacidad de ofrecer lo que su padre sí: votos de nostalgia que les aseguren una bancada.

Nada de esto es realmente una sorpresa, en especial el hecho de que Fuerza Popular se comporta como una dictadura familiar en la que se digitan candidaturas y no como el partido democrático que decían ser. Bueno, ¿qué hay de cierto en lo que dicen?