notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

@franciscocairog

El fútbol es una metáfora de la vida. Es un campo de batalla donde nunca estamos solos. Algunos nos echan una mano y otros se interponen en nuestro camino a menudo con mala entraña. En el rectángulo verde, un tipo con uniforme cada vez más chillón juega a ser Dios y suele equivocarse sin misericordia, remordimiento ni castigo. Es parte del juego y nada se puede hacer, salvo levantarse y volver a empezar para seguir buscando el ideal: el gol asombroso, la jugada de ensueño, los rivales desparramados con el solo argumento del talento y el empuje. Se trata de un interminable viaje hacia la victoria, palabra muy grande compuesta a su vez por decenas de pequeños triunfos y plagada también de no pocas derrotas. En ese viaje se encuentra Joel Melchor Sánchez, el chico que el domingo pasado le pintó la cara a Alianza en Matute y que hasta hace poco cumplía una sanción de dos años por dopaje. Su espectacular regreso es lo más sorprendente de este Torneo del Inca donde la mayoría de 'estrellitas' brillaron con intermitencias. Y es una prueba de que el profesionalismo no siempre es una extravagancia en un fútbol como el nuestro, donde prima lo banal. Hizo bien la Universidad San Martín al cobijarlo y renovarle contrato en pleno castigo, pero la pelota siempre estuvo en los pies de Joel. Y más allá de lo futbolístico, él eligió el tipo de hombre que quería ser. Mientras conversamos para esta columna, el volante nacido en Santa Rita de Siguas se quiebra cuando recuerda su viaje a Zúrich, donde la FIFA no valoró sus alegatos y confirmó su sanción por haber dado positivo a la metilhexaneamina, una sustancia prohibida incluida en un medicamento que le recetó su nutricionista.

Durante mucho tiempo, el arequipeño no supo cómo responderle a su hija Amiara cada vez que le preguntó por sus domingos sin fútbol. Estudió cocina un año. Vio crecer al pequeño Caleb. Lloró muchas veces y siempre encontró el aliento de su esposa Natalie. Entrenó como un poseso, más fuerte que nunca. Entendió que el fútbol es corto, como la vida. No importa lo que pase hoy en el duelo ante el Alianza de Christian Cueva y Jean Deza, dos muchachos con similar talento pero escasa madurez. A los 25 años, Joel Sánchez, el mejor jugador del campeonato, ya desató el nudo y sigue viajando hacia la victoria.