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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois, La opinión del directorLa confianza es de gran fragilidad, por lo que se puede quebrar con facilidad. Lo cual, sin duda, Humala lo está descubriendo en la actualidad. A la fuerte caída de su popularidad se suma ahora el continuo descenso del nivel de confianza empresarial –luego de su intento de estatizar las refinerías de petróleo– y que ha llegado al punto más bajo de su mandato. Ojalá que el presidente esté reflexionando sobre el costo de andar por el sendero equivocado.

En realidad es alarmante el creciente pesimismo del empresariado. En la economía peruana, el 82% de la inversión proviene del sector privado, y si esta cae fuertemente, no hay manera de que el Estado pueda compensarlo.

Más aún, es paradójico pero al generar desconfianza en los empresarios Humala termina siendo el gran perjudicado, porque la caída en la inversión nos va a desacelerar y la columna vertebral de su popularidad es la sensación de bienestar que el crecimiento da. Uno tendría la impresión de que, inexplicablemente, el mandatario estaría compitiendo con su aliado Toledo por lograr el título del más desaprobado.

En todo caso, si dejamos por un momento la suerte de los políticos de lado, no hay duda de que los peruanos deberíamos estar muy preocupados. En 2009, el colapso de las expectativas empresariales terminó en un crecimiento de prácticamente cero, mientras que una de las causas de la recesión de hace 13 años fue la fuerte depresión en la que cayó el sector privado. Si no se logra recobrar el optimismo de los empresarios, estaríamos frente a un escenario que, sin duda, se irá deteriorando.

Por ello, haría bien Humala en actuar para recuperarlo. Para empezar, el contar con un gabinete que tenga un énfasis más gerencial que el actual sería un buen primer paso, así como concretar el anuncio del ministro de Economía de que seguirán reformando. Caso contrario, será recordado como el presidente que acabó con el milagro peruano.