La fortuna de los poderosos. (USI)
La fortuna de los poderosos. (USI)

En una entrevista reciente, el ex presidente de los Estados Unidos Obama se preguntaba por qué a él le tocó estar sentado en el despacho oval y no a otra persona. Argumentaba que, existiendo otros políticos igual o mejor calificados para el puesto, él fue el elegido.

En toda nuestra vida, hay un componente de esfuerzo y un componente de fortuna cuya sumatoria da como resultado el curso de nuestra biografía. A diferencia de Obama, otros poderosos creen firmemente que su camino de éxito es producto solo del esfuerzo. Es cierto que sin esfuerzo no hay logro, pero los logros no solo dependen del esfuerzo. Basta imaginarse cuántos cocineros talentosos y esforzados no se convirtieron en Gastón Acurio.

Pensar que el éxito no depende de la fortuna tiene un riesgo: sobrevalorar el propio esfuerzo y creerse un ser privilegiado. A diferencia de Obama, Trump manifiesta que es un genio. Sin duda alguna habilidad tiene, pero hay un componente azaroso que lo llevó a la presidencia. Este tipo de personalidad está asociado a la soberbia, el salto a las reglas y el exhibicionismo del poder.En nuestra realidad, uno puede detectar trazas de estos comportamientos, por ejemplo cuando un ministro quiso detener un avión para subir pese a haber llegado tarde. O cuando un alto funcionario requiere de policías en moto y en carro para circular más rápido por la ciudad, incluso deteniendo una ambulancia. La fortuna de los poderosos es circular rápido en Lima evitando los rojos del semáforo. Para los políticos y empresarios que ocupan cargos con mucho poder, tomar en cuenta que la posición que ocupan dependió en alguna medida de la fortuna puede darles esa perspectiva y humildad necesarias para conectar con los ciudadanos. Al fin y al cabo, los ministros son fusibles, los presidentes temporales y todos mortales.