Foco a fondo
Foco a fondo

Con la cifra de fallecidos en enero –aún sin haber terminado el mes– doblando ya a la de diciembre, el gobierno incrementa la vigilancia sobre cada suceso relacionado al avance del COVID-19.

Los dígitos son sin duda alarmantes: con los hospitales a tope, en un solo día, el 22, se han llegado incluso a registrar hasta 181 muertes en todo el Perú y en los últimos días se han escuchado reclamos de autoridades sanitarias del centro del país indicando que sus zonas deberían ser consideradas de ‘nivel alto’ en el mapa nacional de contagios.

Todo esto en un contexto internacional de medidas restrictivas de creciente severidad ante segundas y terceras olas de la pandemia, que, por si fuera poco, llegan con la incertidumbre generada por la detección de nuevas mutaciones del patógeno en distintos países, algunos de los cuales –el Reino Unido– han llegado a declararla, aparte del consenso científico sobre su mayor capacidad de contagio, como de mayor letalidad respecto a la cepa original.

El gobierno de Francisco Sagasti, sin embargo, debe cuidarse de cometer los errores de la administración Vizcarra, que decretó un confinamiento total sin proteger debidamente la economía, con lo cual el rebrote del virus está encontrando a las familias peruanas más desprotegidas que nunca, con los ingresos mermados o desaparecidos, desempleo, baja moral y escasa confianza en sus autoridades sanitarias, expresada en el alto rechazo a la vacuna que registran las encuestadoras.

Es evidente, además, que el mensaje no ha calado del todo en la población, al menos no de la manera en que se esperaba. El Ejecutivo debe dar mensajes precisos y directos, basados en evidencia fiable, recogida región a región, para que sus medidas sean acatadas sin reservas, según la gravedad de los contagios, porque no hay nada mejor que una estrategia focalizada en la especificidad de cada zona.

Ahora que en Palacio han recibido asesoría de expertos en comunicaciones, como informó Perú21, tiene que haber un cambio. Para esta segunda ola se debe implementar, ya-ya, una campaña agresiva para que la ciudadanía se comprometa con la defensa de su salud, siguiendo al pie de la letra los protocolos de bioseguridad. Eso es lo más importante.

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