River Plate ganó 1-0 a Boca Junior en un violento clásico por el Torneo Verano 2016. (Difusión)
River Plate ganó 1-0 a Boca Junior en un violento clásico por el Torneo Verano 2016. (Difusión)

Terminaron las semifinales y a partir de ese momento empezó el sueño, la final del mundo. Los dos grandes de Argentina a jugar la última final de Libertadores a dos partidos.

En el primer partido, la lluvia obligó a postergarlo para el domingo. El juego fue muy bueno, el empate dejó todo servido para la gran final en el Monumental. Dos semanas de previa. Mucha tensión. El mundo entero pidiendo estar ahí. Acreditaciones de todos los continentes. El presidente de la FIFA presente. Todo listo para cumplir el sueño.

El viernes 23 ocurrió algo clave. La Policía incautó al jefe de la barra brava de River 350 entradas (justo la cantidad que necesita el núcleo de la barra) y casi US$200 mil, probablemente generados por la reventa. La barra brava de River se iba a perder la final soñada. Difícil de creer y aceptar. Con los delincuentes no se puede negociar ni convivir, en Argentina esa batalla la perdieron hace años. Ojo, por acá andamos parecido, pero esa es otra historia.

Lo único complicado del operativo policial, considerando que no había hinchas visitantes, era cuidar el sábado la llegada del micro de Boca. Justamente la zona por la que pasó el bus, a 300 metros del estadio, estaba libre de policías. Difícil pensar en las casualidades. Ojo, en Argentina los equipos pagan, y mucho, por los operativos policiales.

Hay mucha interna política, en toda esta historia. El fútbol fue una víctima. Jugadores de Boca heridos, el bus destrozado. La Conmebol insistía en jugar y al final se postergó 24 horas. Pero ayer se consumó la pesadilla. Era imposible jugarlo. Partido postergado, fecha incierta. Boca quiere los puntos; la Conmebol, FIFA y River lo quieren jugar. Un papelón histórico, alucinante. La incapacidad en su máximo esplendor.

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