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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

#ReformaPolítica 3. Reducir la reforma política a una reforma electoral es un error. Pero hacer esta última sin un Código Electoral es peor aún. La profusión de normas de distinto rango genera confusión en su interpretación y, en consecuencia, en las resoluciones de los organismos electorales, como ya ha ocurrido. Asimismo, se generan situaciones de inseguridad e incertidumbre jurídica, sobre todo en épocas electorales, atentándose contra la viabilidad del acto electoral.

A lo largo de los últimos años, se ha acumulado un número alto de proyectos de ley que buscan modificar una o algunos artículos de las normas electorales. Aquí el remedio podría ser peor que la enfermedad, pues lo que tenemos por delante es la atomización de proyectos, que carecen de una visión de conjunto de los procesos y sistemas electorales, y que agravarían el problema de la dispersión. Por lo tanto, más normas electorales, no. Pero una sola, sí. Esa norma única que sistematice y se convierta en el instrumento normativo de todo aquello que compete a los procesos electorales no es otra cosa que un Código Electoral.

Tener un código permitirá establecer reglas de juego claras entre los actores de un proceso electoral: candidatos, partidos, electores, etc. Ayuda a crear condiciones que permitan mayor seguridad jurídica; contribuye a definir mejor las funciones que corresponden a cada uno de los organismos responsables de los procesos, evitando duplicidad de funciones y de gasto de recursos públicos; y se puede planificar mejor los futuros procesos de elecciones, referéndum y procesos de participación política. De esta manera, podemos aspirar a reglas claras permitiendo a los ciudadanos hacer un mejor ejercicio de sus derechos políticos y cumplir con sus obligaciones. En consecuencia, uno de los productos claves de la reforma política es pues el Código Electoral.