Huelga feminista y cientos de marchas en todo España por el Día de la Mujer. (Foto: EFE)
Huelga feminista y cientos de marchas en todo España por el Día de la Mujer. (Foto: EFE)

El último viernes confesé en público algo que, hoy con los años, advierto que desde niño guio mi interacción con las mujeres. Yo soy un feminista, le dije a Arlette Contreras en mi programa de TV. ¿Cómo no decírselo a quien vivió, en carne propia, eso tan nefasto que es el machismo? Desde que la vimos arrastrada de los pelos por ese animal, las cosas comenzaron a cambiar. Por ella empezamos a gritar #NiUnaMenos. Ella nos hizo verbalizar eso que callamos por años. Eso de Arlette lo vi desde niño; seguro que tú también.

Me declaro feminista desde los cinco años. Desde una noche en la que mi madre me presentó a su mejor amiga. —Ella es Fanny, es abogado —me dijo. —Abogada, será —respondí. —No, así no se dice, es abogado— sentenció. Esa pequeña rebelión me hizo ver que todas las profesiones, salvo la de secretaria o enfermera, eran por entonces para hombres. De hecho, la RAE admitió la feminidad profesional a mediados de los noventa. Como me dijo la propia Arlette, el feminismo no es más que equilibrar las cosas. Como dice Carolina Silva Santisteban, el feminismo no es más que sentido común.

Y es que, como en las profesiones, el sentido común aún tarda para las mujeres. Han muerto muchas para que, recién desde setiembre, haya una ley que penalice el acoso y el hostigamiento. Por eso, es simbólico que, en el Día de la Mujer, Moíses Mamani haya sido desaforado. Pero tarde, una vez más. No sé si es peor lo que hizo o quienes lo defienden. Soy feminista porque se debe desterrar no solo a los Mamani; también a los Becerril, los Dipas, los Figueroa, los Lizana, los Neyra y los Tucto. Porque, como ellos, aún hay quienes defienden a los agresores. Y estos lo hacen desde el Congreso. Allí donde aún está sentado Yonhy Lescano. Él es el que sigue. Si ella te dice que no, es no. Por ellas es esta lucha.

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