La semana pasada el entonces ministro Arista anunció con bombos y platillos que el MEF implementaría un “shock regulatorio”, en el primer trimestre del año, para agilizar la inversión privada en el país. Esta iniciativa buscaba reducir la burocracia y simplificar trámites que actualmente dificultan el desarrollo de proyectos y se iba a centrar en sectores estratégicos como la minería. Lo diseñaría el Consejo Nacional de Competitividad y Formalización con la colaboración del sector privado, la academia y gobiernos locales. Me sorprendió que un par de días después de ese anuncio, lo reemplazaran por un nuevo ministro. Por lo visto ni él se esperaba su relevo.
Le deseo mucho éxito al nuevo ministro en su gestión, que la tendrá difícil en un contexto internacional más complicado y a meses de empezar el “circo” preelectoral que inevitablemente le quitará dinamismo a la economía. Ojalá mantenga el ofrecimiento del ministro saliente de implementar un “shock regulatorio” para reducir trámites y permisos que hacen más lenta la inversión y nos restan competitividad y productividad. Difícil reto considerando que no es la primera vez que este gobierno ofrece dinamizar la inversión privada, inclusive habiendo obtenido facultades para legislar con ese propósito.
Esperemos que esta preocupación no se concentre exclusivamente en la inversión extranjera minera. Lo que se requiere es desmantelar todas aquellas normas y regulaciones que están frenando la inversión privada en el país, sea esta extranjera o doméstica; grande, mediana o pequeña. No solo se trata de cumplir con los principios de la OCDE y modernizar nuestra regulación sobre inversión extranjera, como se mencionó. Conocemos lo que se requiere hacer para promover la inversión, no son necesarios nuevos estudios: flexibilización laboral, lucha contra el crimen organizado, mejor control de conflictos sociales, reforma tributaria, simplificar procesos y trámites para establecer una empresa, reducir trabas burocráticas de todo tipo y a todo nivel, simplificación administrativa municipal, ventanilla única para aprobación de inversiones mineras y para autorizar nuevas empresas; entre otras medidas. Ayudaría también a reducir los días feriados, excesivos a nivel internacional.
Otro reto importante que tendrá el nuevo ministro será el de retomar la senda del equilibrio fiscal. Tendrá cierto respiro este año por la recuperación de la recaudación tributaria de empresas mineras gracias a las utilidades generadas por los precios de los minerales. Pero esto puede ser temporal y por ello es indispensable reducir el gasto público, particularmente el corriente, en un contexto preelectoral que pondrá a prueba la capacidad del nuevo ministro de hacer frente a las enormes presiones políticas. Sería lamentable incumplir la regla fiscal por tercer año consecutivo, afectando la credibilidad del MEF y acercándonos a la pérdida del grado de inversión. Hay que tratar de dejar la casa en orden al nuevo gobierno. A cruzar los dedos, ya que requerirá apoyo del Ejecutivo y del Congreso.