Foto: GEC)
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Las recientes proyecciones de crecimiento en China y EE.UU. para 2021 apuntan a una fuerte expansión de sus economías, lo que tiene importantes implicancias para nuestras exportaciones y sus precios. La economía americana representa 24% de la economía mundial y va a crecer 6.5% este año gracias al estímulo fiscal recientemente aprobado. Por su parte, China representa el 18% de la economía mundial y se espera que crezca 6%. Ellos son nuestros principales mercados de exportación.

Por lo tanto, vamos a navegar con viento de cola. ¿Podremos aprovechar este positivo entorno internacional? La respuesta depende de una serie de factores sobre los cuales no tenemos control. Por un lado, tenemos elecciones nacionales en un mes y luego una segunda vuelta dos meses después y hay mucha preocupación por el desenlace de estas. ¿Elegiremos un presidente que opte por políticas económicas que nos permitirán aprovechar este favorable escenario? ¿Logrará una mayoría congresal que le permita gobernar sin sobresaltos? ¿Tendremos un Congreso sensato que priorizará el desarrollo sobre leyes populistas cortoplacistas que ahuyentan la inversión? Por otro lado, la vacunación sigue a ritmo lento en el país, seguimos sin controlar la segunda ola y todavía no estamos a salvo de una nueva ola en el futuro, como ya está ocurriendo en varios países europeos. Una rápida vacunación es indispensable para derrotar al virus; esto requerirá una mejor capacidad de gestión de nuestro precario sector público.

La economía mundial nos ofrece la oportunidad de crecer más rápido y así generar mayor empleo. Pero para beneficiarse del viento de cola hay que saber navegar. La pandemia ha causado un gran daño a la economía del país, generando la quiebra de muchos negocios y un gran desempleo. Por ello es importante dejar posiciones ideológicas extremas y concentrarse en promover la inversión para aprovechar este miniciclo expansivo en la economía mundial, que no se sabe cuánto durará ya que está alimentado por un impulso monetario y fiscal que ya está llegando a su límite.

Hoy en día todos somos keynesianos, pero los déficits y endeudamiento generalizado en la mayoría de los países tarde o temprano terminarán pasándonos factura en la forma de aumento en la inflación y en las tasas de interés. En EE.UU., el Reino Unido y gran parte de la Unión Europea, la deuda pública es más grande que el PBI, la inflación aún no se vislumbra en el horizonte y los mercados están tranquilos, pero esto no será eterno. Ojalá sepamos navegar y no desaprovechemos el buen viento mientras dure.