(Fotos: Renzo Salazar / @photo.gec)
(Fotos: Renzo Salazar / @photo.gec)

La cantidad de peruanos que en pleno siglo XXI sucumben a la superchería, las fake news o a las teorías de la conspiración es alarmante.

En Cajamarca, hace unos días, un grupo de ronderos autoritarios, violentos y matones, dieron de latigazos y arrastraron semidesnuda por el suelo a una mujer de 80 años. La anciana había sido acusada por su nuera de practicar brujería contra su propio hijo, hasta causarle cáncer de próstata. Prestos a imponer una autoridad que ellos mismos se atribuyen, los ronderos cajamarquinos se reunieron para castigar a la “bruja”.

Entre tanto, en Lima, aumentan las personas que acusan y responsabilizan a Bill Gates, en alianza con George Soros y otros socios menores pero igualmente interesados, de haber fabricado el virus y desencadenado la pandemia que nos azota. Tan febril y sazonada acusación circula sobre todo por WhatsApp y, aunque parezca inverosímil, la desinformación llega desde los contactos menos pensados.

Pero se ha intensificado también, en otras redes sociales, el activismo antivacuna que tiene vocerío aun entre candidatos al Congreso que se elegirá en el año de nuestro bicentenario.

Hace tres semanas, El Comercio publicó una encuesta de Ipsos que revelaba que el 48% de los encuestados en el Perú no se vacunaría contra el COVID-19. El porcentaje de renuentes a la inmunización se ha visto duplicado: Hace seis meses solo el 22% decía que no se quería vacunar. Las razones que los antivacunas esgrimen varían entre que no se conocen los efectos secundarios, o que se ha desarrollado demasiado rápido, y que los países que las fabrican no dan confianza, hasta que confían más en la ivermectina.

Rosa Apaza, una candidata al Congreso por el partido Democracia Directa –el mismo partido que se alquiló en 2016 para postular al presidiario Gregorio Santos– que se presenta como la presidenta de la Organización Médica Peruana de Investigación, lidera el movimiento antivacuna en Lima. Apaza es abogada, pero espeta comentarios científicos como si fuera el Doctor Chapatín; y sostiene, entre otras cosas, que la vacuna contra el COVID-19 podría causar un genocidio y que representa una amenaza contra la genética humana.

Todo eso es falso, pero hay quienes lo replican en las redes sociales desinformando y desorientando con una pasión digna de mejor causa. La efectividad de la vacuna contra el COVID-19 está probada. Lo que debemos hacer apenas nos sea posible es vacunarnos. Mientras más peruanos nos vacunemos, mayor será la inmunidad que desarrollaremos en nuestro hábitat para que el coronavirus no tenga dónde vivir.

Los movimientos antivacunas en el mundo entero han causado ya la muerte de demasiados niños que pudieron salvarse de no ser por el fanatismo y la irracionalidad de sus padres. Corresponde al Gobierno, a los médicos, a los comunicadores y a todos los peruanos de bien plantarles cara a los antivacuna y combatir una insensatez que en tiempos de pandemia se vuelve criminal.

TAGS RELACIONADOS