Aníbal Torres fue primer ministro de Pedro Castillo. (GEC)
Aníbal Torres fue primer ministro de Pedro Castillo. (GEC)

La Fiscalía ha pedido 18 meses de prisión preventiva para tres exministros de Pedro Castillo implicados hasta el tuétano en la maquinación del golpe de Estado, según las evidencias recabadas por Ministerio Público. Nos referimos a la expresidente del Consejo de Ministros Betssy Chávez, Roberto Sánchez (Mincetur) y Willy Huerta (Interior).

No obstante, en esta trama de conspiraciones contra la democracia, faltó incluir un personaje más en el requerimiento. El señor Aníbal Torres Vásquez, quien también tuvo una figuración no tan discreta en el escenario del crimen aquel infausto 7 de diciembre.

El “Doctor Caníbal”, como era conocido en la farándula, se salvó de que lo detuvieran al ser capturado junto con Castillo solo porque su abogado, un expresidente del Poder Judicial, alegó que dada su avanzada edad y consiguientes problemas de salud se hubiera puesto en riesgo su vida al ser confinado en una celda.

Lo curioso es que días después el moribundo parecía gozar de excelente salud, ya que se dedicó a cumplir con una apretada agenda de entrevistas, participación en foros políticos y hasta dictó clases. En todos estos espacios, desde luego, sembrando vientos, tempestades y ciclones además de, para variar, distorsionar los hechos.

La Segunda Fiscalía Suprema Transitoria Especializada en Delitos Cometidos por Funcionarios Públicos investiga a todo el pack –implicando de momento a solo tres de esos cómplices– por ser presuntos coautores del delito de rebelión y, alternativamente, conspiración.

Como bien ha observado el exprocurador anticorrupción Luis Vargas Valdivia en Perú21TV: “hay suficientes medios de convicción de la comisión del delito, la vinculación de los imputados y el peligro de fuga”, añadiendo además que Betssy Chávez no ha tenido “una conducta tendiente a coadyuvar a las investigaciones, sino a entorpecer su curso”.

Una justa sanción, al menos en esta etapa del proceso, para quienes intentaron romper las reglas de la democracia e instaurar una autocracia a su perdularia medida. Así pues, a chirona con todos ellos, como diría el tradicionalista Ricardo Palma.

Y que le vayan haciendo sitio a don Aníbal, que al parecer anduvo desde el primero hasta el último momento acompañando las desafortunadas andanzas del aspirante a dictador.