Enrique Castillo,Opina.21ecastillo@peru21.com
Y aunque muchos digan que el problema es externo o que todavía seremos los líderes, alguien podría decir que somos conformistas o que bien se nos podría aplicar aquello de "mal de muchos…".
La creciente inseguridad ciudadana, la inacción frente a una evidente y advertida amenaza sobre nuestra economía, la apuesta por un cogobierno conyugal, que al hacerse evidente erosiona la institucionalidad, quiebra el principio de autoridad y malogra la gestión en el Ejecutivo, y el mal manejo político del presidente, del primer ministro –sobre todo– y de algunos otros ministros, que prefirieron la sumisión y la confrontación, le generan al Gobierno dos problemas centrales: la población no le cree y los agentes económicos desconfían.
Siendo la situación difícil, el presidente Humala y su ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, la llevaron mucho más allá –en un craso error– al hablar de la crisis y de la época de vacas flacas, sin ofrecer ningún tipo de medidas o recetas para tranquilizar a todos. Ahora, al pretender retroceder, ahondan la falta de credibilidad y la desconfianza.
En esta circunstancia, el Gobierno, con las mismas personas que han llevado al país a esta situación, invita a un diálogo sin ofrecer gestos políticos que renueven el ambiente y auguren una sana rectificación. Por el contrario, el presidente insiste en descalificar y ningunear las opiniones de quienes serían sus interlocutores en el diálogo.
Siendo el Gobierno el responsable de la conducción del país y de la situación actual, le corresponde ser el primero en hacer los cambios necesarios que permitan allanar el camino para un diálogo abierto, serio y con resultados duraderos. De lo contrario, estaremos ante una nueva anécdota política y una foto, y empeorará el descrédito del Gobierno.