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El caso López Meneses cuenta con distintas aristas y 'n' hipótesis, cada una de ellas más delicada que la otra. Ha pasado casi un año desde que saltara el escándalo a la palestra y hasta ahora no tenemos una explicación sensata al respecto. Sabemos que la hipótesis de Palacio (un simple problema de corrupción policial) no es válida. Queda en el tintero si se trata de redes de interceptación telefónica, un lugar de reuniones para personajes 'cuestionables', un almacén de oro ilegal, entre otras hipótesis.

La bola sigue en juego, pero hay un ángulo que no debería pasar desapercibido y cuya incógnita debería ser fácil descubrir; me refiero a la relación personal del mandatario Ollanta Humala y el centro del escándalo, Óscar López Meneses.

Apenas se destapó el caso, distintas versiones apuntaron a Palacio. Existía entre analistas y allegados a ambos una suerte de recuerdo sobre la amistad entre los dos personajes. No obstante, el presidente Humala ha negado, desde el principio y en reiteradas oportunidades, conocer a Óscar López Meneses. No solo lo ha negado el mandatario; en la misma línea se han pronunciado desde congresistas hasta ministros (el último de ellos, Daniel Figallo, fue tajante al respecto).

Óscar López Meneses, por el contrario, ha sostenido en innumerables oportunidades ser amigo del presidente Humala. El mandatario sería, en dicha versión, amigo, desde que era cadete, del coronel EP Oswaldo Zapata, primo de Óscar López Meneses. En resumen, tienen una amistad desde hace muchos años y se conocen más que bien, a tal punto que sería el propio López Meneses quien pagó el bastón de mando que le regalaran al presidente Humala en una ceremonia ocurrida en julio de 2011.

Esto es muy simple: o son o no son amigos. Óscar López Meneses sostiene que existen incontables pruebas que lo respaldan. A más de un año, el peso de la duda recae en el susodicho más que en el mandatario. Si existen las fotos, ¿está usándolas como arma disuasiva? ¿O no existen y son un bluff? Es algo fácil y sencillo de aclarar.