Políticos
Políticos

No es raro que nuestros políticos prefieran siempre parecer una tropa de papanatas que quedar como felones. Por eso, cuando los pescan o los hechos los señalan, se hacen los sorprendidos, se desentienden, se lavan las manos como si no fuera con ellos, recurren a todos los lugares comunes imaginables incluyendo el manido “ah, pero él fue peor”.

Aquí algunos ejemplos:
A. Fujimori: Montesinos me traicionó, hizo todo eso que dicen a mis espaldas.
Alan García: A otros habrán comprado, a mí no. Las ratas son de otros, no son mías.
Ollanta Humala: Yo no pertenezco a ese club de presidentes prófugos que se van a vivir fuera del país.
Keiko Fujimori: No me acuerdo de cómo se llama mi tesorero.
Susana Villarán: Postulé a la reelección para salvar Lima. Postulé con Urresti para salvar la democracia.
Joaquín Ramírez: Se me quemaron todos los papeles de mis empresas en el taxi.

Hay cientos de ejemplos. Estos políticos salen de nuestros vecindarios, de nuestros colegios y universidades. Aunque nos pese, no son una raza extraña y sí nos representan (no en un sentido específico, claro). Se puede hacer una lista parecida con empresarios. Cuentan que cuando estalló el escándalo Lava Jato, José Graña (al cierre de la columna no había decisión sobre el pedido de la Fiscalía de prisión preventiva en su contra), les dijo a sus empleados en Graña y Montero: díganme inepto, pero no corrupto, yo no sabía nada de lo de Odebrecht. Igualito, ¿no?

Y no es que con ello intenten salvar la estadía en la cárcel porque ni la ineptitud, ni la imbecilidad, ni la inoperancia ni aún la incompetencia son atenuantes ni funcionan como coartadas. ¿Será que en el Perú es más fácil reciclar a un idiota que a un delincuente?