PPK, Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz (USI)
PPK, Martín Vizcarra y Mercedes Aráoz (USI)

Desde ciertas perspectivas y sectores (sobre todo allegados a PPK), la vacancia es un golpe de Estado velado y que Martín Vizcarra lo suceda es lavarles la cara a los golpistas.

No hay escenario óptimo, pero el menos malo es que PPK renuncie y no lo hará. El escenario posvacancia y el escenario posrenuncia no serán tan diferentes entre sí. Lo dejó claro Alberto Vergara: seguiremos siendo los mismos electores, los mismos congresistas, la misma corrupción y las mismas semiinstituciones; toditititos con las mismas taras. Así que cambiar solo esa pieza no cambiará las cosas.

Pero aun si la dejáramos en su sitio, ¿podría la pieza PPK, hoy desgastada, mal tenida, deslegitimada, sin credibilidad, disparando fallida y erráticamente hacia sus “enemigos”, gestionar el país? No lo ha hecho nunca, ni cuando más del 40% aún tomaba –me incluyo– su palabra por verdad.

La historia enseña que siempre se puede estar peor: Humala no era el fondo del barril; había otro peor, que es este. Y hay más fondo al que caer, sin duda. ¿Qué hacemos mientras? ¿Nos abrazamos a la silla con PPK?
La salida institucional óptima es un sueño de opio: PPK retiene el poder y el viernes se convierte en el estadista que jamás ha sido; logra convocar a los mejores cuadros para armar un gabinete de agenda concertada, articula esfuerzos con los gobiernos regionales y locales, despide a los lobistas encaletados de su entorno y se pone a trabajar para recuperar el tiempo perdido. Dispara la inversión pública, la economía crece, la formalización y el empleo aumentan.

En vez de eso, PPK pide despedir al jefe de la UIF por hacer su trabajo y obedecer la ley y –según algunos parlamentarios– compra congresistas con obras y cash para que no lo vaquen.

Visto así, Martín Vizcarra no se ve mal.

TAGS RELACIONADOS