Natalia Majluf
Natalia Majluf

“El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando”, según el genial Miguel de Unamuno, conflictuado hasta la excomunión.

Citar a Steven Pinker es de caviares que se creen inteligentes y cultos, aunque Pinker quizá sería –si fuera algo– de derecha. Mencionar el museo del campo de exterminio de Dachau, en Alemania, es ser arrogante y soberbio, aunque se haga para ejemplificar que la historia se cuenta completa, incluso con los pedazos que nos hacen sentir mal, incómodos o culpables.

La manera en la que ha sido atacada la directora del Museo de Arte de Lima, Natalia Majluf, porque el museo compró unas Sarhuas y Retablos ayacuchanos que, según algún brillante intérprete de Inteligencia de la Dircote, constituyen “apología del terrorismo”, es grotesca y escandalosa pero, sobre todo, profundamente desmoralizadora. Un troll edita burdamente una fotografía y de pronto Majluf aparece con Maritza Garrido Lecca entregándole un cuadro de la hoz y el martillo… ¡Y el congresista Carlos Tubino la difunde como si fuera genuina!

Parece que el Perú caminara con la frente en alto, pero dando pasos hacia atrás. Leer mucho no te da alzhéimer –Bienvenido dixit–, pero te puede volver terruco. O caviar. Así que mejor evitémoslo.

La única reconciliación posible con el fujimorismo es aceptar –y adoptar– sus interpretaciones privativas de la historia, de la ley, de la democracia, de la economía, del sistema educativo a-la-Ramírez y a-la-Evangelismos, del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional allanados, y del arte. Y con esto último hay que tener especial cuidado porque pasa que si no lo entienden, entonces puede ser terrorismo; o hay que esconderlo o quemarlo, incluso si tiene letritas y el autor fue víctima de Sendero. No hay que correr riesgos dándole a la gente algo que no puede entender.

Lo mismo dijeron de la Comisión de la Verdad sin haber leído el informe.

TAGS RELACIONADOS