Cientos de personas protestan contra la represión policial tras el referéndum del último domingo (www.elperiodico.com).
Cientos de personas protestan contra la represión policial tras el referéndum del último domingo (www.elperiodico.com).

Parece que este lunes Cataluña declarará su independencia contra todo. El mensaje del rey Felipe VI (creo que es la primera vez que escribo “rey” en este espacio sin referirme al Rafa) fue inusualmente firme para un personaje considerado por muchos una figura decorativa.

Pero Puigdemont y su gente insisten en lo que parece que se convertirá en un segundo cabezazo a la pared, y hay quienes piensan que tal cosa es legítima independientemente de que haya mucho que explicar en cuanto a administración de presupuestos, asignaciones y euros. No es que la gestión del gobierno español de la crisis (porque sí, es una crisis) haya sido buena, pero la respuesta del sector independentista catalán también ha sido –y está siendo– tremendamente negligente.

Parece que Puigdemont pide diálogo y mensaje reconciliador por los heridos, pero si no, hay entonces “independencia” el lunes. Tildar un pronunciamiento de beligerante y poco conciliador con una actitud como esa es un poco inconsistente. Pero ahí siguen algunos catalanes, apoyando al sospechoso.

Por una vez, en el Perú podemos ver el pleito en la madre patria desde el palco y es inevitable sentir que en el fondo se trata de una rencilla de centurias que casi había desaparecido hasta que se permitió que en Cataluña la educación no estuviera centralizada y estandarizada. Las personas construimos nuestras ficciones desde muy jóvenes; patria, religión, sentido de pertenencia que en esencia no existe y al que somos incapaces de ponerles cara, pero que sentimos como nuestro, como constituyente de nosotros mismos a tal punto que si nos lo quitan, dejamos de ser.

Es, digámoslo así, el “asa” del pueblo. Es de donde te pueden agarrar para manipularte como le da la gana al titiritero.

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