Conoce la programación para este fin de semana en el LUM.
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“(El LUM) tiene que ser un sitio que no ofenda a nadie, tiene que ser de reconciliación”. Con estas palabras, el premier Fernando Zavala respaldó la decisión del ministro Salvador del Solar de despedir al director del Museo Lugar de la Memoria. Y se equivocan los dos.

“Un lugar que no ofenda a nadie” es uno que no dice nada relevante. La verdad siempre ofende y si no ofende, entonces no es verdad. La razón de ser de los lugares de la memoria en todo el mundo es removerle las tripas al visitante y, por supuesto, reparar en algo a las víctimas con el recuerdo.

Pero también lo es señalar a los responsables que, casi siempre, son muchos más que los que jalaron el gatillo. Quienes escogieron mirar hacia otro lado mientras el Estado hacía lo mismo que los terroristas que combatía; los que dijeron que mejor es no recordar para evitar resentimientos; los que piensan que no es tan terrible que el Estado te mate a ti, o a toda tu familia aunque sean inocentes si al final pescan al “malo”, los que llaman a tu desgracia “daño colateral” y les parece un costo aceptable por la “paz” que es solo suya porque tú todavía no encuentras el cuerpo de tu hijo.

Cuando alguien se acuerda de las hijas de Nadine Heredia, muchos dicen “debió pensar en ellas antes de hacer lo que hizo”. Y estoy de acuerdo. Pero, ¿por qué cuando alguien dice que le parece “antifujimorista” una muestra artística que recuerda el asesinato de un niño de 8 años de 11 plomazos en Barrios Altos por un comando paramilitar enviado por Montesinos y Fujimori, nadie le dice que Alberto debió haberlo pensado antes de mandarlos a matar y que su Congreso debió haberlo pensado antes de amnistiar a los asesinos?

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