Keiko Fujimori se reunió con PPK por intermediación del cardenal Cipriani. (Piko Tamashiro)
Keiko Fujimori se reunió con PPK por intermediación del cardenal Cipriani. (Piko Tamashiro)

“¿No es suficiente sanción acaso ver al partido que ayudé a fundar tomado por estos pretendientes (Pier Figari y Ana Herz) y a nuestra lideresa, mi hermana (Keiko), secuestrada?”, escribió ayer Kenji en una columna en El Comercio.

Solo le hacemos caso a Kenji cuando Keiko o la BanKada la riegan de alguna manera. El Fujimori menor se cuelga y cosecha capital político de cada error, gesto autoritario o arbitrariedad que cometa Fuerza Popular. Sus patinadas lo alimentan. Y encima lo insultan: eso de sacarle lo de Puñete fue bajo hasta para los estándares de la Mototaxi, y eso ya es decir. En realidad, victimizándolo, tratándolo como niño malcriado, solo lo legitiman y fortalecen.

El mensaje es muy fuerte: si Keiko necesita ser rescatada, es porque en realidad no lidera nada y es o una prisionera o un títere. Quizá, con estas palabras, Kenji se ha dado a sí mismo el empujoncito que faltaba para que lo echen de Fuerza Popular que, aunque no le quiera dar gusto, tampoco puede permitir tremenda osadía. Pero no todo es malo. Quizá decir que Keiko está secuestrada es también lanzarle un salvavidas que, aunque le cayó en la cabeza, al final del día la libera: ella no será responsable de las porquerías que realicen sus “captores” y no deberá asumir las consecuencias. Como Montesinos con su api. Igualito.

PD 1: Vexler aceptó el encargo del Minedu luego de que otros SEIS –que seguro eran mejor vistos por la “progresía caviar”– dijeron que no. Mendoza y D’Alessio por ahí. Eso se llama raspar la olla.

PD 2: Ocho fujis, 1 aprista y 1 ppkausa votaron para volarse a los movimientos políticos de alcance distrital o provincial de las elecciones 2018. El Pleno ratificará. Los fujis bloqueando a sus aliados, ahora solo pueden postular con ellos.