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Ayer señalábamos la caída de la aprobación del presidente hasta 26% y la comparamos con las de sus tres últimos predecesores. PPK es el que, según la opinión pública, peor lo ha hecho en sus primeros 12 meses. Parte importante del problema es que la ciudadanía no identifica en él a un líder, no percibe que hay alguien haciéndose cargo y no se trata de algo nuevo. Sucedía algo parecido con Toledo, quien, al final de su primer año, tuvo 27% de aprobación.

Independientemente de El Niño costero y Lava Jato, el gobierno se enredó solito en asuntos como el aeropuerto de Chinchero y se equivocó al escoger sus batallas (debió hacer cuestión de confianza cuando el Congreso interpeló a Saavedra). Si no fuera por la buena gestión del ministro del Interior, Carlos Basombrío, en un tema tan importante como la seguridad ciudadana y la lucha contra la delincuencia, habría sido un año casi perdido. Pero miremos adelante.

Los precios de las materias primas que el Perú exporta están recuperándose. Los términos de intercambio habrán de mejorar y eso, sin que el gobierno mueva un dedo, incrementará el flujo de divisas a las arcas del Estado. Si, además, el gobierno inyecta eficiente y eficazmente los recursos destinados a la reconstrucción, podríamos estar frente a una rápida recuperación de la actividad económica y no hay nada más atractivo para la inversión privada que ver cómo el dinero bulle. Ojalá, es una nueva oportunidad.

Mala Nota: en mayo escribí en esta columna sobre las observaciones técnicas y de precio que se hacían sobre las casas temporales que el gobierno compró para los damnificados. Ojalá que solo haya sido una mala compra y no una compra con contraprestación. Sería una pena y un asco.