Hace muchos años que la mayoría de los peruanos no votamos masivamente por un candidato. Por eso, desde 1980, solo dos presidentes han sido elegidos en primera vuelta y por condiciones especiales: en 1980 Fernando Belaunde porque la Constitución de 1979 establecía que la primera elección bajo su mandato se decidiría por mayoría simple; y en 1985 Alan García porque su rival, Alfonso Barrantes, se retiró de la segunda vuelta.
Solo el 29% votó por PPK en primera vuelta, como en su momento por Fujimori (29% en 1990), Toledo (36% en 2001) y Humala (31% en 2011) –y hasta García en 2006, con 24.32%–. ¿Por qué? Porque para muchísimas personas, cada uno era lo que percibía menos malo entre lo que había (Fujimori en 1990 y Alan en 2006 pasaron a la segunda vuelta en segundo lugar).
Salvo Fujimori, que ganó con 62% en la segunda vuelta demonizando un shock económico que después él mismo aplicó, en segunda vuelta ningún candidato ganó con una abrumadora mayoría: PPK con 50.12%, Toledo con 53%, García con 52.6% y Humala con 51%. Ninguno ganó por masiva aclamación popular, todos fueron un mal menor (Keiko ha sido el mal mayor dos veces y ahora ya no dejó ninguna duda).
No hay, pues, “base” porque las lealtades son con principios, no con personas. Según GfK, el fujimorismo duro se ha reducido a 6% mientras que el “que se vayan todos” sigue creciendo. PPK dio pena y cólera porque él se encargó de ponerse a sí mismo en esa situación, esta –a menos esta– no es atribuible a sus enemigos. No por eso, dejan de existir los costos de oportunidad.
Es peligrosísimo que el fujimorismo llegue a controlar el Poder Ejecutivo con esta mayoría en el Congreso. Vizcarra, Aráoz, ahora es su pelea.