(Getty Images)
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Salirnos de la competencia de la Corte significa que el Poder Judicial nacional, en el que 7 de cada 10 peruanos desconfían, es el último recurso de cualquier ciudadano frente a lo que considere un abuso del Estado. Sí, es verdad que a veces funciona y cuando lo hace sale en las noticias como si fuera una rareza.

En casi todos los rankings de rule of law y administración de la justicia del mundo, el Perú aparece a media tabla. El Poder Judicial peruano no es ajeno a la debilidad institucional y a la corrupción que afecta a todo el país por todas partes. La red Orellana lo dejó bastante demostrado desde antes de Lava Jato. Es susceptible de ser influenciado por el poder político y por eso su independencia está siempre en entredicho.

Para aterrizar el asunto (y aunque no sé si el caso sigue en pie): si mi vecino perdiera el juicio por 5 millones que injusta y abusivamente le entabló su ex empleador (Latina), ¿adónde se va a ir a quejar? ¿Con quién?
Pero es peor. Si, como temen algunos, en 2021 ganara un candidato antisistema, ¿cómo creen que va a funcionar el Poder Judicial en ese gobierno? Que Nicolás Maduro haya retirado a Venezuela de la competencia de la Corte acusándola de ser un agente del imperialismo y del neoliberalismo antirrevolucionario es muy elocuente. Y ahora, de pronto, ¿vamos a ser los socios de Venezuela? ¡Ni Ecuador ni Bolivia se salieron!
La próxima vez, antes de decir que está de acuerdo con que el Perú se retire de la Corte IDH, pregúntese si confía en el sistema judicial peruano. Recuerde que 7 de cada 10 compatriotas piensan que es una máquina de abusar. Salvo, claro, que usted sea de los que paga coimas y entonces solo se tiene que preocupar por si su adversario tiene una billetera más gorda que la suya.

Y entonces, de repente, ahí sí se acuerde de la Corte IDH.