Kenji Fujimori a un paso del desafuero. (USI)
Kenji Fujimori a un paso del desafuero. (USI)

Ayer fue 5 de abril y se cumplieron 26 años del cierre del Congreso –autogolpe– perpetrado por Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, el mismo que contó con el apoyo masivo de la población. Nada legitima el atropello de la democracia y la Constitución como un hartísimo y ciudadano “¡que se vayan todos!”.

Si el curso de los acontecimientos se mantiene como hasta ahora, es probable que nos estemos dirigiendo de manera predecible –y apacible– a un escenario parecido al que nos llevó –sí, a mí también– a mirar el cierre del Congreso como un hecho justo y reivindicador. Que se vayan todos significa eso precisamente: que venga alguien, quien sea, y que le meta a todos estos comechados y corruptos, sanguijuelas del sistema que paga el ciudadano, una patada en el poto y, ojalá también, que los meta presos.

A medianoche, en un vuelo comercial, Keiko Fujimori salía del país a una competencia deportiva de resistencia física llamada Ironman. Hoy, 6 de abril, su hermano Kenji declarará ante la Fiscalía sobre el origen de los fondos de la campaña de su hermana en 2011 (y quién sabe si se manda con algo de la de 2016). Recordemos que cuando Jorge Barata estaba por declarar para la Fiscalía en Brasil, Yoshiyama y Bedoya –sindicados por el ex hombre fuerte de Odebrecht en el Perú como las personas de Fuerza Popular que recibieron dinero negro para la campaña 2011 de Keiko– dejaron el país. Quizá solo sea una coincidencia.

Otra coincidencia es que Kenji ha anunciado que no se callará nada y que, en su universo cómico, Guillermo Bocángel –quien, como el propio Kenji y Bienvenido Ramírez, está por ser desaforado por comprar votos contra la vacancia de PPK– es Iron Man.

Uno ve este panorama lamentable y, sin justificarlo, entiende por qué la gente está harta. Vamos a estar atentos.