Congreso de la República
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El Congreso le cerró la puerta de la participación política a las organizaciones políticas locales. Las organizaciones de vecinos que suelen nacer del hartazgo de no sentirse representados por la oferta política existente, piña.

En un país con instituciones sólidas, controlar la dispersión de movimientos políticos a nivel vecinal, distrital o provincial puede parecer una buena idea pues se trata de centralizar el camino al poder y dejar fuera a oportunistas, demagogos y aventureros.

Pero en un país con clientelismo político que incluso la bancada mayoritaria exhibe, es como zamparse a la fiesta saltando el muro y luego poner botellas rotas en el perímetro con el pretexto de que hay que evitar a los zampones.

De los últimos cinco presidentes, el único que postuló con un partido consolidado y ganó fue Alan García. Todos los demás llegaron o en tractorcito, o con vincha, o con “gesta”, o con miedo.

Para que no parezca un cambio de reglas de juego, se incorporará una disposición transitoria en la ley según la cual los movimientos vecinales y distritales que ya tengan comprado su kit podrán participar en las elecciones del próximo año si cumplen los requisitos.

La única posibilidad para los movimientos locales será adscribirse a organizaciones políticas regionales o nacionales establecidas (difícil hablar de organizaciones consolidadas cuando la principal fuerza política en el Congreso llegó con 73 congresistas de los cuales solo 11 eran del partido).

Además, de esta forma los movimientos locales tienen menos margen de negociación porque, es evidente, aquí no hablamos de identificación de principios ni de aproximaciones ideológicas y menos doctrinales. Ni esta medida, ni ninguna por el estilo, coadyuvará a la construcción de organizaciones políticas más fuertes. Cáscaras con respirador artificial.