Odebrecht
Odebrecht

Decíamos el viernes que la manera ideal de sacar a la calle a un elefante rosado sin que nadie se dé cuenta es sacando varios elefantes a la vez. Decíamos también que el escándalo Lava Jato, que amenaza con no dejar muñeco con cabeza, ha remecido a toda la clase política de nuestro país –prácticamente sin excepciones y haya o no gobernado– y que esta situación amerita de manera perfecta el gran desfile de elefantes rosados que estamos teniendo.

La hediondez generalizada es en sí misma una procesión de elefantes rosados y, por eso, si todos hieden, ¿cuál es la necesidad de señalar la pestilencia del otro si para la gran mayoría es indistinguible quién huele a qué? El fujimorismo disparándole a todo lo que se mueve, el Apra amenazando con prohibirle al gobierno anunciar en medios privados y el Ejecutivo declarando feriado y suspendiendo clases por clasificar a Rusia.

¿Responde todo este jaleo solo a las delaciones de Odebrecht? Lo que presuntamente escondería PPK, por ejemplo, ¿no es en esencia lo mismo que Keiko, Castañeda, Villarán o Algún Gordo Por ahí sobre la verdadera naturaleza de su relación con Odebrecht? ¿Los procesos de delación de las demás constructoras brasileñas serán muy diferentes? Desde Brasil nos dicen que no, casi todo va (e irá) por la misma línea: coimas y más coimas que involucran más o menos a los mismos actores (políticos, los mismos empresarios mafiosos –y otros que andan pasando piola por ahora y ex funcionarios del Estado–), aunque seguramente con cantidades y rutas del dinero diferentes. Entonces, ¿por qué la desesperación de la Bankada? Sabemos que, cuando todos son corruptos, nadie lo es (parte de la táctica de FP). Entonces, ¿qué los hace diferentes?

¿Será que la DEA tiene noticias?