Odebrecht
Odebrecht

¿Cómo se saca un elefante rosado a la calle sin que nadie se dé cuenta? Sacando varios a la vez y así nadie sabrá cuál es el de uno. Como una cortina de humo, pero que se mueve, respira, embiste, jala el ojo y que, a no ser que lo mates o te lo lleves lejos, no se disipa así nomás.

Por un lado, tenemos 30 años de coimas a cambio de proyectos y contratos con el Estado que involucran a empresas nacionales y extranjeras (Odebrecht y G&M son solo dos de ellas, pero hay muchas más), a todos los presidentes vivos y a su gobierno y funcionarios.

Por el otro, tenemos al partido político de mayor representación en el Congreso que, aprovechando su número, abre frentes todos los días y aprueba lo que le da la gana, mientras que intenta que no le miren mucho sus vínculos con ciertos personajes cuestionados o los vínculos de estos con algunas actividades tipificadas que aparecen muy bien descritas en el Código Penal.

Abalanzarse al mismo tiempo sobre cuatro magistrados del TC, el fiscal de la Nación, el fiscal del caso Lava Jato (Jen, no les creas, solo te volverán a usar), sobre el diario El Comercio, sobre las empresas constructoras (en particular Graña) y hasta sobre el presidente de la República no tiene que ver con sus ganas de trabajar, su vocación justiciera ni su pretendida lucha contra la corrupción porque, si así fuera, empezarían por casa y no es el caso.

Y, todo eso, mientras legisla para los intereses de industrias millonarias (alimentos procesados y aerolíneas), cambia las reglas de juego a su conveniencia desde el Congreso, insulta a sus adversarios políticos impunemente e intenta reescribir la historia.

Mañana seguimos.

TAGS RELACIONADOS