(Difusión)
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El presidente de la República asegura que quienes lo quieren mandar a su casa son un grupo de comunistas. Según la encuesta de Ipsos de hace unas semanas, entonces, el 54% del país es comunista. Distinguir a quién se refiere el presidente se hace un poco más difícil si consideramos que, primero, es presidente gracias a esos comunistas y, segundo, que son esos comunistas la razón de que ya no esté en su casa peinando a su gato: lo salvaron de la vacancia.

Dijo también PPK que a él lo eligieron para que gobierne cinco años y que no se irá antes. Olvida –convenientemente– que lo eligieron para que Keiko Fujimori no se convirtiera en gobierno y no indulte a Alberto Fujimori. Olvida también que en 18 meses de gobierno la sensación general no solo sigue siendo de incertidumbre y de deriva, sino que estas percepciones se han agudizado. Este gobierno es peor que el de Humala, que ya era malo.

Los comunistas y la izquierda radical, a los que les ganó en la primera vuelta, han secuestrado al gobierno y lo tienen en jaque. ¿De verdad se creerá ese cuento el presidente? De tanto escuchar a sus amigos autocomplacientes y autolegitimados ellos mismos tras la cada vez más lejana década de los 90, PPK no es capaz de ponerse de frente al país y entender qué es lo que pasa. Y si digo que no es capaz de verlo es porque aún no quiero asumir que no le da la gana y que no le importa.

La percepción y la aprobación y desaprobación que registra PPK no solo lo afectan a él, sino a la institución que representa: la Presidencia de la República. Desde Toledo la majestad de la Presidencia no había estado tan golpeada.

PPK solo debería renunciar si sabe que lo que viene terminará de despejar todas las dudas sobre sus relaciones con Odebrecht y las puertas giratorias. Sino, pues sí, lo elegimos 5 años, ahora toca aguantarlo.