A Dios rogando…

“Es lo mismo de siempre: ¡tenemos la mejor gastronomía del mundo! Sí, aquí hay regiones donde el 50% de los niños menores de 5 años nunca tendrá un desarrollo óptimo por falta de comida”.
¿Maquillaje? Algunas casas de Buenos Aires fueron cubiertas para que no sean vistas por Francisco. (Renzo Salazar/Perú21)

En “El perro del hortelano”, Alan García lanza la tesis de que no explotar la Amazonía es un crimen contra el crecimiento económico que genera trabajo y bienestar. Lo hace ignorando a las poblaciones que ocupan y viven en esos territorios. Y es que ciudadanos de primera clase no son, como dijo él mismo.

Con argumentaciones falaces y autorreferenciales, García se convirtió a sí mismo en el hada madrina de la gran inversión en la selva, en la ninfa del bulldozer, las perforadoras y las palas mecánicas. Qué diferencia con el discurso del Papa, ¿cierto?

Orgulloso de su fe, García –quien criticó y se burló de quienes ven dioses en los cerros y las lagunas– le “regaló” a la ciudad un cristo para poner en un cerro de primera categoría, es decir, intangible. ¿Se refirió el Papa a su armatoste chamuscado? En realidad, solo se refirió a García cuando se preguntaba por qué todos los presidentes peruanos terminaban presos.

Somos un país profundamente católico para bien y para mal. Muchos ciudadanos –incluyendo a muchos políticos y figuras públicas– hacen gala de su fe y de la fe del pueblo con orgullo, como si llevaran una medalla sobre el pecho.

Sí, aquí, 7 de cada 10 son católicos, pero el Perú ocupa el tercer lugar mundial de violaciones sexuales. ¡Qué orgullo!

Sí, aquí todos los días 4 niñas de entre 11 y 14 años dan a luz, la mayoría producto de una violación perpetrada por un familiar cercano. ¡Cuántos valores familiares!

Sí, aquí las autoridades esconden a los damnificados de los que no se ocupan porque afean el paisaje. ¡Qué cristianos!

Es lo mismo de siempre: ¡tenemos la mejor gastronomía del mundo! Sí, aquí hay regiones donde el 50% de los niños menores de 5 años nunca tendrá un desarrollo óptimo por falta de comida.

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