Prisión preventiva por corrupción (USI)
Prisión preventiva por corrupción (USI)

Es muy importante que la población se sienta representada por sus autoridades y, quizá más aún, que confíe en ellas. Ninguna de las dos cosas se cumple hoy. Por lo general, la opinión pública es binaria: sí o no, blanco o negro.

Cuando el escándalo Lava Jato explotó en Brasil, en el Perú sabíamos que nos arrastraría y creímos saber a quién o quiénes alcanzaría y a quién o quiénes no. Mirábamos a Brasil pensando que el escándalo llegaría principalmente a las cúpulas y que había buenos y malos. Nos era muy difícil entender que la corrupción era, verdaderamente, generalizada, institucionalizada y transversal a toda la clase política y buena parte de la empresarial. Aquí ha ocurrido lo mismo: es prácticamente imposible encontrar a alguien que no tenga o haya tenido que ver con alguna de las brasileñas que se turnaban las obras de infraestructura como les daba la gana.

Esto deslegitima a todos indistintamente de sus colores o preferencias políticas (aunque Becerriles varios solo usen los párrafos que les convienen y digan que los demás son mentiras) para ponerse al frente de la lucha contra la corrupción. En Brasil sucedió lo mismo y por eso se blindó a la Fiscalía para que enfrente a la corrupción caiga quien caiga. Hasta hace muy pocos meses, cayeron y están cayendo de maneras inimaginables para el Perú.

El fujimorismo se ha puesto al frente para petardear a la Fiscalía en nombre de la lucha contra la corrupción y poniéndose, según ellos, del lado del “pueblo”. Y eso da entre miedo y risa: ni siquiera pudieron presentar una lista limpia al Congreso y, en el “pueblo”, SIETE de cada DIEZ creen que se quieren bajar al fiscal de la Nación porque los investiga a ellos.

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