Gregorio Santos promueve su candidatura. (Perú21)
Gregorio Santos promueve su candidatura. (Perú21)

No sé si conocemos a los electores. Me parece que cada vez menos. O es eso, o algunos escogemos no fijarnos o pasar por alto lo que tenemos delante porque refuta algunas de nuestras ideas, nuestras aspiraciones y, en algunos casos, nuestras convicciones.

Me es incierto si es o no conveniente para Verónika Mendoza y su plan acercarse a Goyo Santos para poder hablarle al electorado al que él representa. Uno que Mendoza hoy no tiene, es verdad, pero que no ha crecido demasiado y no sé si habrá de crecer mucho más.

La apuesta por radicalizar el mensaje me parece válida y legítima, pero no sé cuán eficaz o útil pueda llegar a ser. Creo que no demasiado si, por un lado, vemos que llueven venezolanos en Lima escapando de la miseria, la violencia y de quien la causa y, por el otro, vemos a Goyo hablar de justicia y equidad y bienestar para todos mientras dice que admira a ese del que se están escapando los venezolanos. La inconsistencia es demasiado grande y evidente: prometes el fin del hambre y alabas al hambreador. Reniegas del autoritarismo y piropeas al dictador. Reclamas instituciones y le lanzas un guiño al microbusero golpista. Y todo en la misma frase y sin mencionar los ‘anticuchos’ y las investigaciones que Santos tiene pendientes. Vaya manera de luchar contra la corrupción.

Diría que sí, que los peruanos estamos muy cómodos con el autoritarismo y el orden impuesto verticalmente. Estamos muy cómodos con que nos releven de la responsabilidad de tomar decisiones en determinados aspectos, aquellos que no consideramos identitarios. Con eso y con que nos dejen hacer plata en paz. Con que no nos jodan estamos contentos: si me dejas tranquilo vender huevos duros de codorniz en la puerta de la municipalidad y no permites que me roben, no me importa si el que está sentado adentro se llama Castañeda, Fujimori, Santos, Laura Bozzo, Melcochita o Firulais. Pero si todos me ofrecen lo mismo, ¿a cuál le creo? ¿Y cómo?