César Villanueva y Martín Vizcarra se reunieron en este Jueves Santo. (Twitter)
César Villanueva y Martín Vizcarra se reunieron en este Jueves Santo. (Twitter)

César Villanueva es, desde la semana pasada, el nuevo premier. Sí, se ve un poco mal que luego de negarlo más veces que Pedro a Jesús, haya aceptado el cargo y esté por convertirse hoy en la cabeza del gabinete que jurará esta tarde. Sí, también es raro que él haya sido uno de los principales impulsores de la segunda moción de vacancia para PPK y con seguridad su operador político más importante.

Villanueva no entró al Congreso con César Acuña porque piense que este sea un gran personaje que merece ser presidente, sino porque quería ser congresista. Martín Vizcarra no fue vicepresidente de PPK porque este le pareciera un gran estadista y podía saber que renunciaría. Vizcarra lo hizo para apuntalar su carrera política en las ligas nacionales.

Ambos son pragmáticos y regionalistas y prefieren el diálogo a la confrontación sin dejarse apabullar por las circunstancias o las opiniones ajenas. Eso significa que, enfrentados a una disyuntiva, decidirán lo que más les convenga y por el momento eso y los intereses del país en el mediano plazo están alineados. La única manera en la que Villanueva pueda tentar la Presidencia en 2021 es ganando impulso con buenos resultados. Para Vizcarra en 2026, ídem.

El antifujimorismo no le perdonará a ninguno que le regalen el país a la ‘Mototaxi’, y el fujimorismo no lo dejará terminar si le cierra la puerta desde el día uno. Ese es el delicado balance que deben manejar y mantener. La identidad de los ministros que escogieron será una buena primera aproximación de cuán bien lo harán.

“La guerra es dulce para quien no la conoce”, decía Píndaro. Villanueva y Vizcarra la han visto de cerca varias veces. Es más fácil confiar en quien se conoce y es más fácil trabajar con aquel en quien se confía. No lo olvidemos.